Tras la aprobación en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del informe sobre la Traición a la Patria del comunista Castillo, el inefable y siempre "bien poderado" Aníbal Torres exhortó a un grupo de dirigentes a defender al gobierno "incluso con la vida". El que ha ofrecido derramar ríos de sangre en nuestra Patria ha terminado de perder la ecuanimidad.
Un poco más tarde el propio Castillo amenazó al Congreso con "una respuesta contundente" ante lo que se venía venir, vale decir el archivo de un mamarracho jurídico con el que el Premier Torres pretendía pedir "cuestión de confianza".
¿A qué se referían Castillo y Torres? ¿Será que pretende un autogolpe con un subsiguiente cierre del Congreso?
La verdad que ambos han perdido ya el sentido de la realidad. Creer que pueden reeditar el golpe del genocida Vizcarra es ignorar que estamos en otra coyuntura. Ni las FFAA secundarán la intentona de romper el Orden Constitucional ni el Tribunal Constitucional le dará el visto bueno y menos la ciudadanía.
Castillo está jugando con fuego y el que lo hace se quema. Una maniobra en falso desencadenará la ira de la ciudadanía y solo le quedará dos caminos al incapaz y corrupto Castillo; o la fuga vía el asilo o la cárcel.
Solo algunos afortunados podrán acompañarlo al asilo; el resto tendrá que pagarla, incluso los cobardes y tontos útiles que callan o le han servido de soporte.
Y si Castillo y Torres creen que podrán encender la mecha de los cartuchos de dinamita, que lean antes la historia y recuerden cómo acabaron los hermanos Guitiérrez en los aciagos días entre el 22 y 26 de julio de 1872.
Finalmente, que el asesino de policías ni crea que cosechará tras estos sucesos. Si la farsa de Locumba y la asonada de Andahuaylas solo le costaron carcelería, un movimiento sedicioso terminará con él y de los que osen levantar las armas contra el Perú.
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