Viajé hará unos 29 años a
Alemania por motivo de estudios. Eran otras épocas y otras circunstancias.
Junto con mis actividades académicas pude visitar 32 ciudades entre grandes (Berlin, Hamburg, Frankfurt , Stuttgart,
Dusseldorf y Munich), medianas (Freiburg, Ulm, Bremen y
otras) y también pequeñas como Prien.
Siendo joven tuve suficiente
energía para emprender exigentes horarios y largas horas de caminatas en las
ciudades, lo que posibilitó aprovechar al máximo los casi seis meses que
estuve; en la idea que no sabía si volvería de nuevo, algo que sucedió casi un
año después.
Logré encontrarme con amigos que
había conocido en el Perú como la pareja
Raymonde y Knut (Hamburg), Ralf (Berlin), Michael y Barbara (Ulm), Bernd e
Ingrid(Stuttgart) así como conocí gente muy amistosa como Elke (Freiburg).
En aquel año aún las
comunicaciones eran lentas (correo) y las comunicaciones se hacían básicamente
a través del teléfono fijo.
Gracias a mis profesores del
idioma Alemán (Goethe Institut) pude
tener una satisfactoria estadía ya que pude comunicarme con bastante solvencia
en dicho idioma, lo que me permitió conocer
gente y experimentar la vida diaria.
Muchas cosas fueron novedosas y
no solo me referiré a costumbres sino incluso en detalles como ir a un Centro Comercial como el Europa Center en
Berlin (en la famosa Kudamm).
Mencionaré algunos detalles que
en su momento fueron sorprendentes o novedosas como que los dos principales diarios de distribución nacional no eran publicados
los domingos (Frankfurter Allgemeine y el Sudeutsche Zeitung; los suoermercados
no atendían más allá de las 6.30 pm y
tampoco los domingos; las cosas eran mucho más caras en las tiendas de
las Estaciones de Servicio; el servicio de transporte público era puntual y
ordenado y contra lo que muchos podrán pensar, el diario más leído era el Bild
(lo que aquí llamaríamos “prensa basura”).
Otras cosas novedosas para mi
fueron que la numeración de las calles
eran empezando del 1 y no como aquí desde el 100 (lo que hizo que en una
ocasión caminara harto buscando el 384); también los pulsos ahorradores en las
escaleras, las puertas que se abrían cuando un sensor detectaba un cuerpo
frente a él; el primer piso de un edificio (Erste Stock) era el segundo para
nosotros y uno podía comprar un diario sin que hubiera alguien presente sea
porque había una máquina expendedora automática o porque simplemente uno dejaba
el costo de la moneda en una canastita y se llevaba su ejemplar.
Mucha gente habla de la “frialdad
de los alemanes” algo que pude constatar pero contrariamente. Conversé con
mucha gente en la calle, en los kioskos, en el transporte público o en cafés y
bares. Guardo el mejor de los recuerdos de la “Deutsche Gemütlichkeit”.
Degusté variados platos incluidas
por supuesto las variadas salchichas,
fui a sitios con historia como el Hofbreuhaus
en Munich; probé variadas cervezas y también los vinos del Rhin y los
destilados de la Selva Negra (Kirsh) y diariamente iba a la Mensa de la
Universidad de Freiburg (cuando estuve en esa ciudad) y en el Comedor del Dresdner Bank. En Freiburg el costo del
menú era de 3.20 marcos (equivalente a 2 dólares) y en el Dresdner Bank, el
mismo banco asumía el pago en el almuerzo.
Si alguien me dijera qué país
debería visitar en Europa, mi recomendación sin duda alguna sería Alemania. Un
país de contrastes y de zonas imperdibles. El
Alster y la calle Repperbahn de Hamburg, el Englischer GarteN, el Oktober Fest y el Olimpia
Zentrum de Munich, los centros históricos de cualquiera de las ciudades; la
SchwarzWald y el bar Jazz Haus de Freiburg, el Palmen Garten y el barrio de
Sachsenhausen de Frankufurt, los baños romanos de Trier; los enormes atractivos
de Berlin y tantos otros que la memoria ya no alcanza a recordar.
Finalmente tres recuerdos que
siempre llevaré en mi corazón tienen que ver con la hospitalidad de mis amigos.
Una vez (debido a problemas de conexión del transporte) volví a Ulm y al
despedirme por segunda vez de mis amigos, los esposos Henni, recibí de ellos
una “lonchera” para el viaje que aún me quedaba hacer rumbo a Luxemburgo. Otro fue la cena que compartí con Elke Gust, a quien conocí viajando en un
servicio de viajes compartiendo asientos en un auto privado (Mit Fahr Zentral);
aquel día era mi cumpleaños y ella tuvo la enorme gentileza de darme esa
sorpresa, días antes que iniciara mi camino a Frankfurt, luego de haber estado
casi 10 semanas en la ciudad de Freiburg. Y el tercero sucedió en Essen donde conocí a Annette, entonces casada con Mario, con quien mantengo amistad tras tantos años.
Han pasado 29 años de aquel viaje y aún recuerdo cada detalle. Regresé al
año siguiente (1991) permaneciendo algo
más de cuatro meses y no volví a regresar.
Vamos a ver si la vida me da una nueva oportunidad para ir a tan
maravilloso país.