Cuando niño aprendí a querer a mi
Patria porque mis padres, mis hermanos y mis maestros me lo enseñaron. Miraba
con admiración a tres amigos de mi hermano Roberto que entonces eran cadetes de la Escuela Militar de Chorrillos
(Boris Díaz y José Williams) y en la Escuela de Oficiales de la Fuerza Aérea (Víctor Perea). De Boris no sé mucho hoy en día. A Víctor lo
encontré de nuevo hace 18 años y con José
mantengo una cordial amistad. El es General de División (r) y fue Jefe del Comando Conjunto de la Fuerza Armada y es
uno de los héroes vivientes de nuestra Patria. Defensor de nuestras fronteras
en el Cenepa y Defensor de la Democracia habiendo enfrentado al terrorismo en los
diferentes frentes.
A los 16 años terminando el Colegio quise ingresar al Servicio Militar
como voluntario. Fui a ver a Boris, entonces Capitán del Ejército que
estaba destacado en el BI 39 acantonado en el Real Felipe. En ese entonces era
muy delgado, razón por la cual no me aceptaron en el cuartel. “No vas a durar
ni una semana. Regresa el próximo año”, me dijo Boris. Vestir el uniforme de la
Patria es parte de la agenda pendiente
que tengo en mi vida.
Ya en la universidad, una
compañera de estudios Milagros Moreno,
cuyo hermano era entonces Teniente Coronel del Ejército, iba a clases los
sábados vistiendo el uniforme de la Escuela de Paracaidismo, cuya primera
promoción femenina integró. La miraba con sana envidia . Ella lucía orgullosa
el camuflado y sus amistades no entendía el por qué pero yo sí.
Pasaron los años y de alguna
manera compensé mis sueños de niño, que no cristalicé finalmente por
limitaciones de orden médica. En el año
2001 siendo Asesor del Maestro Pablo Macera, entonces Congresista, recibí
la invitación para participar en un Curso
de Defensa Nacional. En la entrevista, casualidades de la vida, me encontré
con Víctor que era Mayor General de la
FAP y Subdirector del Centro de
Altos Estudios Nacionales, fundado con el gran visionario General EP José del
Carmen Marín Arista.
En aquel Curso hice grandes
amistades con Juan Carlos Figueroa,
Eduardo Ramírez, Cecilia de la Rosa, Jaime Vergara, Nidia Vilchez, Dora Mesías,
Armando Rivera, Marcela Vélez y otros, todos ellos civiles, con excepción de Juan
Carlos que en su años de primera juventud fue Maestro de Saltos de la Escuela
de Paracaidismo del Ejército y los
miembros de la Policía Nacional Coronel (r) Juan Francisco Celi y Comandante (r) Luis Alberto Stein, del
Ejército el Teniente Coronel (r) Manuel Zamudio y el Mayor (r) José Torres y y de la Marina, Contralmirante (r) Marcial Vicuña, todos excelentes oficiales.
Mi paso por el CAEN me hizo vivir
aunque durante pocas semanas la vida en un Centro de Formación de la Fuerza
Armada y constaté de la valía de sus miembros, en especial de nuestro Jefe de Curso el Capitán de Navío Armada
Peruana (r) Néstor Garrido (QEPD). En el CAEN aprendí que en las Fuerza Armada
también se debate y que “las ideas se exponen, no se imponen”.
Volviendo al tema del Servicio Militar (SM) dejó de ser
obligatorio y creo que fue un error a pesar de algunos abusos que se daban
en las famosas levas. En el SM los
jóvenes aprenden un oficio, hoy en día ganan puntos para postular a una Escuela
de Oficiales de los diversos Institutos y también para acceder a la llamada
Beca 18, tal como sucede en Estados Unidos. Pero sobre todo, aprenden a amar al
Perú, saben lo que es la disciplina y fortalecen su espíritu y su cuerpo. Cabe mencionar
que grandes hombres hicieron el SM, gente que triunfó no solo luego en la vida
militar sino también en la sociedad como profesionales, empresarios y otros
sectores de la misma.
La Fuerza Armada no solo protege nuestra integridad sino que en época de paz, realiza valiosa acción cívica como en el Fenómenos del Niño del 2017 en la que participaron activamente sus miembros que cumplían Servicio Militar.
Sin embargo hay una corriente en contra del Perú y de sus Instituciones que busca por todos los
medios no solo debilitar y por ende destruir a la Fuerza Armada, Institución Básica
de la Sociedad. Y lo hacen atacando entre otras cosas a los hombres que visten
el Uniforme de la Patria y a los diversos mecanismos de acercarla a la Sociedad
como es el mencionado Servicio Militar.
Finalmente, viene a mi memoria un
día que estaba en la Estación Central de Trenes de Zurich, Suiza, donde vi a
dos jóvenes con sus mochilas y fusiles esperando a su Batallón para hacer
maniobras. En Suiza, país democrático y
desarrollado, el Servicio Militar es obligatorio y universal. Nadie se salva de
cumplir con su deber. Es inimaginable no hacerlo y menos buscar “conexiones”
para evadirlo.
Imitemos los buenos ejemplos¡
Honremos a nuestra Patria y auspiciemos que el Servicio Militar en el Perú sea
como en Suiza, universal y obligatorio.
Foto: Peru21