Arturo Salazar Larraín fue un periodista de una estirpe que se forjó en la llamada “escuelita” que formó el insigne Don Pedro Beltrán Espantoso en el diario La Prensa. Hoy lamentablemente hay pocos que puedan compararse a ese grupo como el propio Salazar, Mario Miglio, Juan Prieto Celi, Juan Zegarra Russo, Alfonso Grados Bertorini y otros tantos que un día fueron convocados para integrarse al diario de Baquíjano y sentaron cátedra en el periodismo.
Conversamos ampliamente con Arturo Salazar en su casa ubicada en
una apacible calle del distrito de Jesús María. Fuimos a entrevistarle para
saber su opinión de los días de la Reforma Agraria velasquista y terminamos
repasando toda una vida basada en principios.Fue en el año 2016.
Arturo Salazar nace en el seno de una familia de origen vasco que se asentó en Ferreñafe, región de Lambayeque. Al concluir sus estudios secundarios, postuló a la Universidad Católica aprobando el ingreso pero sin alcanzar el cupo que se ofrecía (40 alumnos) por lo que tenía que esperar alguna deserción para obtener un cupo y empezar los estudios. Como no quiso esperar sin hacer nada y aún contra el deseo paterno, un buen día se embarcó en un barco mercante de la Compañía Peruana de Vapores (CPV) y empezó un periodo de su vida que duró aproximadamente año y medio. Relata Salazar Larraín que los inicios fueron duros y con dedicación y esfuerzo se fue ganando el aprecio y respeto de sus jefes y compañeros de travesía y aprendió lo que era ganarse la vida desde muy joven. Apelando a una buena memoria ha escrito, como parte de un libro que espera publicar próximamente, las anécdotas que marcaron esos primeros años de sus vida.
Su vida como marino mercante concluyó cuando un hermano mayor le ordenó que no volviera a embarcarse y empezara a estudiar Derecho. Así lo hizo e ingreso a la Universidad de San Marcos cuando Luis Alberto Sánchez iniciaba uno de sus periodos como rector. La vida de marino le dio temple y experiencia para enfrentar el tradicional “bautizo de cachimbos”. Su liderazgo le ganó amigos y enemigos ( en sus rivales políticos de entonces, vale decir los apristas). Esta acción hizo que fuera luego elegido como representante a la Asamblea Universitaria. La política había ganado un exponente corajudo, que tanto falta hoy en día.
Cuenta Salazar Larraín que en los claustros sanmarquinos conoció no solo la política sino al amor de su vida, la que luego fue su esposa –la señora Alicia- y madre de sus dos hijos, David y Federico, quien es también periodista. Luego de algunos años, Arturo Salazar le propuso matrimonio a la señora Alicia quien condicionó el mismo a que Arturo Salazar terminara sus estudios.Con un asesor de la talla del gran Jorge Basadre se graduó con una tesis que luego fue publicada, en 1956 por Juan Mejía Baca, con el nombre de “San Marcos, ante la Ley y el Caos”.
Era época cuando gobernaba don Manuel Prado y el Perú vivía una de sus tantas crisis económicas. Uno de los más ácidos críticos de la gestión gubernamental era Pedro Beltán Espantoso que en aquel tiempo se convierte dueño del diario La Prensa. Arturo Salazar cuenta con admiración la enorme importancia de la obra de Beltrán quien pasó de crítico a Ministro de Hacienda del régimen a iniciativa del propio Preso y pese a iniciales dudas de Beltrán. Ya para ese entonces La Prensa había hecho formar parte de su proyecto periodístico a los mencionados en el primer párrafo. El diario La Prensa pasó a rivalizar con el decano El Comercio; gracias a una propuesta moderna tanto en sus ideas como en su formato físico.
Pronto el azar le presentó un nuevo reto a la vida de Arturo Salazar. Luego que Jorge Basadre fuera su asesor de tesis, se convirtió en su amigo y con el apoyo de Pedro Beltrán, pasó a acompañar el paso de Basadre por el Ministerio de Educación. Las vidas de Salazar y Basadre no dejaron de estar unidas sino hasta la muerte del historiador en 1979. Arturo Salazar fue uno de los impulsores de la edición y publicación de la obra cumbre de Jorge Basadre, “La Historia de la República del Perú”
Salazar Larraín también recuerda el primer intento de Reforma Agraria liderada por Pedro Beltrán a la que acompañó codo a codo en lo que ahora es el VRAEM.
Luego del gobierno de Prado y tras una breve interrupción constitucional llegó el primer gobierno de Fernando Belaúnde, gobierno al que Salazar considera malo. En 1968, como ya hemos recordado en nota anterior con el General Morales Bermúdez, se produce un pronunciamiento militar que derroca a Belaúnde. Llegaron los aciagos años de la Primera Fase donde una propuesta socializante trae consigo una Reforma Agraria que destruye el campo so pretexto de liquidar un “semifeudalismo” existente. Com bien acota Salazar, esta propuesta no tuvo la claridad para distinguir entre una agricultura moderna en la costa y sierra con haciendas de gamonales. Lo que llevó al desastre al país.
La apuesta estatista tuvo un encarnizado rival en el diario La Prensa dirigido por Pedro Beltrán y secundado por una pléyade de periodistas entre los que estaba Salazar Larraín, quien categóricamente dice que lo único que le reconce a Velasco es “haber jodido al Perú”.
La noche llegó para los medios de comunicación al ser expropiados en 1974 y al poco tiempo Salazar y otros periodistas tuvieron que sufrir el destierro. Con la Segunda Fase, llegó el regreso a la patria y una nueva aventura periodística del brazo con Guido Chirinos Lizares (Opinión Libre). Fueron rivales encarnizados del Gobierno Militar, lo que hizo que un oscuro personaje tratara de torcer la vida de Salazar Larraín. Años más tarde ello fue motivo para se viera involucrado injustamente en un incidente, del cual salió bien librado.
Al concluir el Gobierno Militar, regresó la democracia con el Gobierno Constitucional de Fernando Belaúnde quien devolvió los diarios a sus legítimos dueños. Al tiempo, Pedro Beltrán cedió la propiedad de La Prensa a sus más cercanos colaboradores, entre ellos a Arturo Salazar. Oscuras maniobras complotaron contra La Prensa y ello originó su cierre en 1984.
Una escuela del periodismo moderno había visto su fin más no las ideas de libertad que propugnó siempre Pedro Beltrán y los periodistas que lo acompañaron. Arturo Salazar Larraín fue uno de los que mejor las interpretó, desde su defensa tenaz a la República de China contraponiendola a la dictadura de la China Comunista. Esto le valió ser reconocido y condecorado por la China Libre. Hoy Salazar avizora que finalmente la República China (Taiwán), uno de los más importantes productores de tecnología, logrará su reconomiento como País. Tomará algo de tiempo pero lo ve como un proceso inexorable.
Salazar Larraín recuerda también que la obra de Pedro Beltrán no ha sido aún reconocida por la “historia negra” que tejieron los enemigos de la libertad política y económica. Lamentablemente, dice Salazar, que el propio Beltrán “contribuyó” a ello pues no quiso nunca salir al frente de las calumnias sino al final de su vida cuando fue entrevistado por César Hildebrandt.
Salazar Larraín supo siempre ser un defensor del Catolicismo y de sus valores. A una pregunta respondió con firmeza que es “un demócrata” y que hoy las ideas que siempre sostuvo al final han triunfado. Muy pocos apuestan por “el maquinazo monetario” o por un modelo estatizante, por ejemplo.
Su participación política tuvo dos momentos importantes. Uno cuando fue Teniente Alcalde de Luis Bedoya Reyes en 1967 y otra cuando fue Congresista en el periodo 1995-2000 como parte del partido Avancemos que lideró Rafael Rey. Ambos cargos le trajeron algunos sinsabores como un entredicho con el propio Bedoya, a raíz de un malentendido, y la coyuntura que se vivió en el segundo gobierno del Presidente Fujimori.
Hoy a pocos meses de cumplir 90 años, Federico Salazar Larraín sigue con el mismo ánimo de siempre. Hombre de palabra sencilla y certera, lector acucioso, interesado en la política y en el tema demográfico, del cual me dio cátedra en pocos minutos (incluso me hizo ver una columna publicada en el diario El Comercio –hará pocos días- por Andrés Oppenheimer sobre ese tema).
Ya al finalizar la charla, me hace conocer la admiración que tuvo por dos personajes de la política, muchas veces discutidos y puestos en entredicho inclusive por él mismo: Víctor Raúl Haya de la Torre y Manuel Prado. Recuerdó también su amistad –y su parentela- con Andrés Townsend Ezcurra y con Ramiro Prialé.
También hace un recuerdo de un Santo, a quien conoció y que valora en toda la extensión de la palabra. Se refiere a San Juan Pablo II. Un Papa que cambió el mundo.
Coincidimos con Salazar cuando recuerda las oportunidades que perdió el Perú cuando Luis Bedoya no logró ser presidente en 1980 y cuando Townsend perdió frente a Armando Villanueva en el IX Congreso del Partido Aprista. Dice, Salazar, que otro hubiera sido el destino del Perú.
Nos despedimos aquella vez de un grande, de un hombre justo que siempre supo defender las ideas de libertad. Un hombre de esos que se requieren con urgencia en estos días difíciles de la democracia en el Perú.
Don Arturo falleció el 26 de junio de este año a los 94 años. Un año antes había sido reconocido por la Universidad San Ignacio de Loyola como Doctor Honoris Causa.
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