martes, 28 de enero de 2025

SOMOS INTOLERANTES

 


En diciembre del año 1996 una gavilla de terroristas ingresó por asalto a la residencia del embajador del Japón en el Perú y tomó como rehenes a cientos de invitados con motivo del onomástico del Emperador japonés.

Durante más de cuatro meses este comando terrorista pretendió imponer la libertad de cientos de sus camaradas encarceladoss a cambio de la libertad de los 72 rehenes a quienes mantenían cautivos.

En el proceso de negociaciones para liberar a los rehenes hubo una figura que tomó relevancia, el entonces Primado de Ayacucho Juan Luis Cipriani, que desde hacía años enfrentaba al terrorismo desde que fue prelado en esta región.

Lo qué sucedió en aquellos días de finales de diciembre de 1996 hasta la incursión del comando Chavín de Huántar el 22 de abril se 1997 ya es sabido incluyendo así cómo el papel de Monseñor Cipriani en la lucha contra agendas de muerte y de aberraciones.

Luego, Cipriani fue Arzobispo de Lima y Primado del Perú desde el 9 de enero de 1999 hasta el 25 de enero del 2019, fecha en que dejó el cargo por límite de edad, como es sabido por todos.

Sin embargo el largo brazo del terrorismo con el apoyo de sus cómplices y de tontos útiles le tenían preparada su venganza. Una denuncia de una supuesta anónima víctima de un hecho que -segun esta persona- habría ocurrido hace 42 años en la cual Monseñor Cipriani le habría agredido sexualmente.

Esta denuncia -sin duda- habría sido filtrada desde el propio Vaticano y difundida por el diario español El País cuya orientación ideológica es hartamente conocida. Es de esos medios que llama "conflicto armado interno" al terrorismo y promueve agendas de odio, muerte (aborto) y otras. 

Entonces no es casualidad que esta denuncia contra Monseñor Cipriani haya ocurrido sin que se le pida un descargo, hecho ya públicamente, con el cual niega rotundamente haber cometido delito alguno y menos sin que se explique cláramente el proceso de indagación sobre los hechos materia de denuncia y menos aún los procedimientos canónicos, ignorados por la gran mayoría de personas. 

Esta denuncia se produce en medio del triste y vergonzoso papel del Arzobispo Castillo ante la vejación a la Virgen María y en momentos que un sector de la Iglesia Católica promueve cambios en contra de los verdaderos preceptos.

Está claro que en este intento por desprestigiar a Monseñor Cipriani no se busca la Verdad ni la justicia sino el escándalo con el que se pretende enlodar una vida llena de prestigio moral. Sino, ¿ cómo se explica "la demora" de 42 años para denunciar los supuestos hechos y que tampoco se haya hecho nada para llevarlos a terreno penal?

Vivimos una época en la que algunos ven a la religión Católica como un freno espiritual a un proyecto de sociedad y vida woke y buscan que ésta "se acomode" a su visión con el apoyo de personas e instituciones que se dicen "Católicos y hasta pontificios".

Oremos a Dios para que le dé fortaleza a Monseñor Cipriani para que enfrente con sabiduría estás "acusaciones". No tengo duda alguna en sostener que esto es una vil falsedad. La vida y obra de Cipriani dan pie a ello.

Sin embargo sí preocupa el efecto que puede lograr esta denuncia que como dijimos busca enlodar como parte de una campaña orquestada desde hace buen tiempo contra la Iglesia Católica, en la que no solo participan sus enemigos sino quienes "se comen el cuento" difundido a través de diversos medios y formas, incluso dando pie a libros escritos por supuestos narradores de cuentazos.

Algunos ven "intolerancia" en mi posición sobre los hechos materia de este artículo. Debo darles la razón. Soy intolerante ante esta farsa, ante este montaje con el que se quiere enlodar a Juan Luis Cipriani, cuya obra se refleja en su labor pastoral en Ayacucho y en Lima, su activa participación para organizar La Marcha por la Vida y recobrar el espíritu de la Semana Santa, entre muchas obras.

Hoy en el día de San Judas Tadeo pidamos su intercesión ante Dios para que le dé fuerza a Monseñor Cipriani.

¡Las mentiras y el odio no pasarán!


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