Una minoría influyente y mediática ha impuesto una narrativa que busca desde hace 25 años que nos olvidemos la historia y que el terrorismo sea ahora "un conflicto armado interno", los terroristas sean "luchadores" y quiénes los combatieron , "genocidas y terroristas de estado".
Estos, en poco tiempo, dirán que la terrorista Edith Lagos fue una joven soñadora y seguramente los terroristas que tomaron la residencia del embajador japonés en 1996 serán recordados como "entrépidos guerrilleros".
No sería raro si ya el asesino Javier Heraud hoy se le recuerdo como un poeta con sensibilidad social y no muy lejos, a su muerte, el terrorista Tupamaro José Mújica es para algunos "un referente".
Han pasado 45 años desde que se inició lo que los terroristas de sendero luminoso llamaron "el inicio de la lucha armada" (ILA) en la localidad ayacuchana de Chuschi.
Por cierto no apareció de la noche a la mañana sino tendremos que remontarnos a 1964, año de la ruptura entre Moscú y Pekín, pata entender el fenómeno. Lo raro y hasta ahora sin explicación fue que Sendero Luminoso lograra crecer, potenciarse e iniciar un baño de sangre en los años de un gobierno militar.
¿Qué se hizo para cortar de raíz este proceso subversivo? Nada o muy poco. Años más tarde en una entrevista en Caretas, un influyente general del Ejército se lavó las manos indicando que las Fuerzas Armadas advirtieron al Presidente Belaúnde de lo que se venía , pero que éste sostuvo que "no había ningún peligro".
Craso error de percepción estratégica, cobardía o una ingenuidad a prueba de balas. Recién en 1983 el gobierno ordenó el ingreso del Ejército y de la Infantería de Marina a Ayacucho pero ya era tarde; miles murieron por la inacción o por la incapacidad de un Presidente.
Combatir al terrorista requería liderazgo, mano fuerte y tomar decisiones drásticas. Nada de ello hubo. El terrorismo ya había hecho metástasis y sanar al Perú tomó más de 15 años, siendo la mencionada toma del comando emerretista un coletazo que tuvo como desenlace la Operación Chavín de Huántar con el saldo de dos comandos muertos, un vocal de la Corte Suprema, todos lo terroristas y decenas de heridos, algunos con secuelas que perduran tras 28 años.
Hoy recordamos a los militares, policías, miembros de los comités de autodefensa, autoridades civiles y ciudadanos que murieron combatiendo al terrorismo, poniendo la frente y el pecho. Honor a los que ofrendaron su vida en defensa del Perú, de la Democracia y de la viabilidad de nuestro país.
Viva el Perú!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario