Un día como hoy hace 112 años nació en la hacienda Hualcará en Cañete, uno de los más grandes deportistas peruanos, único ídolo del Club Universitario de Deportes, el gran Teodoro Lolo Fernández.
Lolo no solo fue ejemplo no solo como deportista sino como persona, de su generación y mientras vivió. Entrega, lealtad, compromiso y calidad fueron algunas de sus cualidades.
Cuando hoy escuchamos a algunos decir que "lo que hagan en sus momentos libres a nadie le importa", es una falsedad. Con el avance de la tecnología y las redes sociales, ello es imposible. Lo mediático hace que muchos niños y jóvenes en formación vean en ellos "ejemplos".
Desgraciadamente fuera de mostrar algunas virtudes técnicas y físicas, pocos pueden ser ejemplo de vida, de la cual hacen no una capa, sino un felpudo.
Esta celebración en la cual recordamos a Lolo, nos encuentra -tras una gran racha positiva- en un bache aprovechado por felones que usan su imagen para ponerla al servicio de intereses particulares de quienes son los grandes responsables de la crisis institucional que vivimos por casi 25 años.
Algunos desesperados por el poder hoy quitan cuerpo de las consecuencias de haber promovido a un grupo mediático y violento para que "proteste" por alguna mala actuación.
Las consecuencias ya se empiezan a ver. Primero la suspensión por una fecha, lo que implica jugar sin público con las consecuentes perdidas económicas. ¿Calcularon eso los azuzaron el compartimiento violento de unos cuantos? Habría que ser ingenuo para dudar que así no fue. Los enemigos de la U, sus cómplices y tontos útiles quieren que vuelva el caos y la violencia para retomar el control y seguir lucrando, mientras el club vuelva a ser inviable.
Qué "homenaje" a Lolo dan algunos que en su momento destacaron como jugadores vistiendo la crema y hoy son usados para hacer críticas arteras aprovechando espacios que les dan los enemigos de la U. De ello no se salva ni siquiera alguien al que la hinchada siempre lo consideró algunos peldaños abajo de Lolo y con sus palabras borra cualquier aprecio que podamos tenerle.
Es preciso decir que los hinchas no podemos dar nuestro aprecio a cualquiera, menos a esos felones que nos traicionaron por pesetas y hoy uno que ha regresado, comprobamos que lo mejor que pudo pasar es que nunca más hubiera regresado.
El respeto y aprecio se gana y Lolo lo hizo hasta su muerte un 17 de setiembre de 1996, día que partió a la Eternidad, dejando un ejemplo de Vida.
Las personas pasan y las instituciones quedan pero en el caso de Lolo, no podemos imaginar a la U sin Lolo.
Hoy la responsabilidad de quienes administran temporalmente a la U y de los visten su camiseta es grande. Ante todo la U, contra algunos y contra todo lo que afecte sus intereses. Las críticas fraternas y oportunas, bienvenidas; no así las traicioneras y con objetivos deleznables.
Gloria Eterna al Gran Lolo!
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