El día de mañana se cumplen 55 años del fatídico terremoto de 1970, tras el cual vino un aluvión y sepultó Yungay. Miles murieron y otros tantos sufrieron las consecuencias de la destrucción.
¿Estamos preparados hoy en día para afrontar una catástrofe como aquella?
Sé del trabajo silencioso de Defensa Civil (INDECI) pese a las limitaciones presupuestarias, pero ¿podemos decir lo mismo de los Gobiernos Regionales y Locales?
¿Cuántos municipios están trabajando en descolmatar los ríos que todos los años se desbordan o cuántos municipios supervisan con eficiencia las construcciones de edificios en zonas donde podrían haber sismos de gran intensidad?
El gran problema es que somos una Sociedad y un Estado reactivos y no proactivos. O sino cuántos pobladores han sido retirados de las quebradas a lo largo de la Carretera Central o de los asentamientos en Lomo de Corvina.
No entiendo cómo es posible que por ejemplo la Municipalidad de Magdalena del Mar no haya hecho algo para aclarar el tema de dos edificios anclados al borde de un acantilado en ese distrito. ¿Qué esperan?
De igual forma cómo es posible que existan personas viviendo en una zona inhabitable como el llamado Ticlio Chico en el distrito de Villa María del Triunfo. Y esto no es de ahora.
Desgraciadamente el Perú es un país donde funcionan "la política de hechos consumados". Se hacen todas las cosas indebidos y luego algunos reclaman por "sus derechos adquiridos", entendiéndose esto como producto de licencias dolosas o amiguismos corruptos. ¿O acaso lo sucedido en Pisco en el terremoto del 2007 no es un trágico ejemplo?
Hemos sufrido aluviones no en alejadas provincias sino a unos pocos kilómetros del Centro de Lima como sucedió en Punta Hermosa o no muy lejos, lo que afectó a zonas pobladas en lechos secos y de antiguos cauces de ríos. Sin embargo se sigue sin prevenir. Y quiénes son responsables de ello no son solo autoridades de diferentes niveles sino los propios privados que construyeron ahí obviando la mínima lógica y experiencias trágicas pasadas.
Qué los muertos y damnificados por hechos producto de la incapacidad de afrontar las consecuencias de hechos naturales no hayan sido en vano. Es hora de trabajar con eficiencia y honestidad.
Que "el sentido común" sea el sentido más común.
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