El 28 de julio de 1990 el Presidente Fujimori recibió un país tomado por dos organizaciones terroristas. Las instituciones no funcionaban. En el Congreso cada organización terrorista tenía sus tontos útiles y asolapados cómplices y los fiscales y jueces abdicaban de sus funciones amenazados de muerte (lo que no pocas veces se convirtió en una triste realidad). Recordemos al juez Trigoso asesinado en pleno distrito de Miraflores dos días después de condenar al senderista de Osman Morote.
En los meses transcurridos desde 28 de julio de 1990 hasta el 5 de abril de 1992 el gobierno estaba atado de manos por el Congreso. Quien quiera desmentir esto que recurra a la prensa de entonces y verá que estamos en lo cierto.
El paquete de leyes antiterroristas fue bloqueado una y otra vez e incluso una Sala de la Corte Suprema absolvió al asesino Guzmán.
El 5 de Abril de 1992 no solo se tomó una medida necesaria sino imprescindible; extraordinaria. Tras ella el gobierno del Presidente Fujimori aprobó diversas leyes con las que pudo combatir y derrotar al terrorismo. Que algunos quieran negarlo o se haya olvidado obliga a recordarlo justo hoy que en la ciudad de Trujillo ha habido un atentado dinamitero contra la sede de la Fiscalía de la Nación.
¿Es este ataque el inicio de "la lucha armada 2" , tal como ocurrió el 17 de mayo de 1980 en Chuschi? ¿La Presidente Boluarte querrá ser la versión del siglo XXI del incapaz Fernando Belaúnde que permitió con su candidez ("no son terroristas, son abigeos") y su inacción que el Perú se bañara con la sangre de miles de peruanos?
Es hora de actuar, desde el Ejecutivo y el Legislativo para extirpar de raíz la delincuencia que extorsiona, roba y mata a diario a millones de peruanos y que desde hace buen tiempo actúa como organizaciones criminales usando métodos terroristas.
Ya el Presidente Alberto Fujimori dio la receta para acabar con esta lacra: fiscales y jueces sin rostros, legislación extraordinaria, carcelería con solo una hora de patio, estados de excepción, intervención policial-militar en todo el Perú (rastrillajes); en suma "mano dura".
Y si la Presidente Boluarte no está dispuesta a tomar "el toro por las astas", será momento de que se vaya: o renuncia o es vacada.
Tendría que actuarse con radicalidad, para cambiar la situación.
ResponderBorrarExcelente mi hermano así con mano dura a este flagelo que nos persigue siempre y se aprovechan de los gobiernos débiles si quieren que el país avance tiene que ser todo en conjunto con un mismo fin como dices oráculo que vaya Boluarte.
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