Ayer escribimos sobre los primeros meses del segundo belaundismo y la irresponsabilidad con que se enfrentó lo que era evidente o sea un fenómeno subversivo que avanzó con atentados terroristas, a los que el entonces Presidente Belaúnde minimizó al punto de decir que "no había peligro alguno".
Por fuentes fiables, hará años tomé conocimiento que hubo un sector de la Fuerzas Armadas reacio a entregar el poder aquel 28 de julio de 1980, ¿quizás sabiendo lo que se venía?
¿Qué hubiera pasado si ello habría ocurrido? Recordemos que en aquellos años aún gobernaban juntas militares en Argentina (duró hasta 1983), Chile (hasta 1990) y en Bolivia Banzer había dado un golpe de estado. Un pronunciamiento militar más no hubiera sido impensado y no habían los mecanismos democráticos hoy existentes para pararlo.
Lo cierto que así como un sector reacio a dar por concluído el gobierno militar, hubo otro -que finalmente se impuso- que decidió seguir con el cronograma de vuelta a la Democracia.
Entonces cabe la pregunta si un gobierno militar hubiera combatido a la subversión terrorista y la hubiera derrotado en poco tiempo. Hay que tener en cuenta sin embargo que sectores de la izquierda con presencia sindical, social y política quizás se hubieran radicalizado más rápidamente y ello hubiera complicado la situación .
Recordemos también que el APRA se había divido (la salida de Townsend y un pequeño grupo) y tanto Acción Popular AP ni el Partido Popular Cristiano PPC tenían la fuerza para revertir una decisión militar.
Volviendo a la eficiencia de un gobierno militar para combatir a Sendero Luminoso, cabría pensar que quizás sí, máxime que no se hubiera perdido valioso tiempo que se perdió entre 17 de mayo 1980 y el 29 de diciembre 1982, tiempo en el que las Fuerzas Policiales tuvieron bajo sus hombros la lucha contra el terrorismo.
Como alguien dijo en su momento, "la Democracia no es eficiente" y menos para momentos como los que vivimos en aquellos años. Sendero Luminoso tuvo cómplices en diferentes instancias de la sociedad, incluido el Congreso desde donde se obstaculizó el accionar represivo y por cierto, valiéndose de "la libertad de prensa" hubo diarios y semanarios que fungieron de propagandistas del accionar subversivo (o acaso olvidamos lo que publicaba El Diario de Marka, La Voz y otros semanarios).
Los primeros dos años y medio fue un valioso tiempo perdido en el que Sendero Luminoso se consolidó en la sierra sur y desde ahí se proyectó a otras regiones del Perú, incluyendo Lima. Incluso no olvidemos el triste papel de un sector de la Iglesia Católica y oeneges derechohumanoides que cumplieron un papel de tontos útiles y de cómplices.
El avance de Sendero Luminoso tuvo un punto en el que se mostró cómo había calado ya Sendero Luminoso y el Presidente Belaúnde ni reaccionó. Me refiero al sepelio de la terrorista Edith Lagos, abatida el 3 de setiembre de 1982 y en cuyo sepelio el Obispo Auxiliar de Ayacucho Maximiliano Prado ofició una misa de cuerpo presente (dizque obligado). Se calcula que diez mil personas acompañaron el cortejo fúnebre de esa asesina. ¿Estupidez o complicidad? Lo cierto que el belaundismo había dejado que el cáncer subversivo hiciera metástasis.
Desgraciadamente la cúpula militar de entonces, empezando por el General EP Pedro Richter, lo permitió cobardemente al no tomar decisiones a tiempo o como dice el dicho, "una vez colorado, no ciento amarillo".
La historia ya la conocemos. Miles murieron asesinados por Sendero y este grupo terrorista sembró muerte, dolor y destrucción en el Perú.
Un explosivo cóctel (cobardía, "mano temblorosa y blanda", falta de liderazgo, incapacidad, ingenuidad, irresponsabilidad y complicidad de tontos útiles) lo permitió.