Ayer fue asesinado el ex congresista Óscar Medelius en el distrito de Carabayllo en circunstancias aún no esclarecidas.
Más allá de cualquier consideración hemos llegado a un punto que la vida pareciera que no valiera nada y que los sicarios tuvieran carta blanca para atacar con total impunidad.
Esta situación nos recuerda los trágicos años que vivimos en el Perú en los que el terrorismo actuaba con parecida impunidad al punto que un 1 de Mayo de 1989 organizaron una marcha en plena avenida Manco Cápac, La Victoria, provocando un enfrentamiento con la policía con un saldo trágico saldo de varios muertos o cuando circulaban impúnemente publicaciones proterroristas como El Diario o el semanario Cambio. De igual forma las cárceles estaban tomadas por presos por terrorismo y desde ahí -a través de "correas de transmisión humana"- se daban órdenes para organizar atentados.
Ya ni qué decir cuando en los meses previos al 5 de abril de 1992 asesinaron al Juez Trigoso en pleno Miraflores, días después de haber sentenciado al terrorista Osmán Morote o cuando una Sala de la Corte Suprema absolvió al cabecilla terrorista Abimael Guzmán en 1991.
Todo ello, probablemente se ha olvidado o algunos siguen engañando a desmemoriados "condenando el 5 de abril de 1992" sosteniendo que no era necesario, cuando el Congreso boicoteaba abiertamente las propuestas de leyes antiterroristas, allanando el camino para el "éxito" de los grupos terroristas.
Hoy en día vivimos momentos similares. Feroces delincuentes son absueltos por jueces o fiscales, sabe Dios por qué, no acusan a delincuentes en flagrancia o repetimos "la historia" teniendo cárceles que son lugares de "veraneo" de cabecillas de bandas criminales.
La receta para combatir el crimen organizado es similar a la que sirvió para derrotar el terrorismo pero eso no es suficiente; se requiere liderazgo y voluntad política para tomar decisiones drásticas. Sin ello volveremos a estar al filo del precipicio como ocurrió hasta antes del 5 de abril de 1992 o cuando sospechosamente decenas de terroristas miembros del mrta "se fugaron" de una cárcel de máxima seguridad ante los ojos de un gobierno de salida (julio de 1990).
Aún estamos a tiempo, mano firme y dura. No hay otra salida
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