Hoy recordamos una fecha infausta. Recordamos el día que , hace 50 años, se produjo una algarada de alcances que no se han llegado a medir, ni en vidas humanas ni en daños materiales.
Un paro policial que terminó en una represión violenta de un motín en la sede de Radiopatrulla en el distrito de La Victoria. La intransigencia de los líderes no esperaba la respuesta del gobierno, que al amanecer ordenó la intervención militar que produjo decenas de muertos y heridos entre los amotinados.
Las razones del paro policial fueron los abusos y estrecheces económicas que al parecer sufrían los policias y el detonante fue la agresión de un alto mango militar a un efectivo policial en Palacio de Gobierno.
Sin embargo existe un libro escrito por un militante aprista ya fallecido Manuel García que llama a esta luctuosa jornada como si fuera una "insurgencia juvenil que buscaba el rescate de la Democracia". Este libro publicado el 2006 muestra la participación del APRA, aunque algunos indican que fue sin la venía de Haya.
Lo cierto que en el 5 de febrero de 1975 se mezclaron unos legítimos reclamos con una asonada donde saqueadores lumpen arrasaron el Centro de Lima incendiando el diario Correo, el Centro Cívico, el Círculo Militar y robando las tiendas del Jirón de la Unión y en otras zonas adyacentes. El local de los diarios Expreso y Extra no logró ser incendiado por la valiente defensa de sus trabajadores que se enfrentaron a hordas de delincuentes, a los que llama García "insurgentes juveniles" y señala que lo sucedido aquel día es un antecedente que sirvió para dar base a lo señalado en la Constitución de 1979 (el derecho a la insurgencia).
El caos tuvo su fin en la avenida Alfonso Ugarte cuando tropas del Ejército salieron al frente de los que saqueaban la tienda de Scala Gigante. Al promediar la tarde se decretó Toque de Queda y se logró detener a los violentistas.
El saldo fue decenas de muertes y incalculables daños. El gobierno militar de Velasco Alvarado logró sobrevivir hasta fines de agosto de ese año en el que es derrocado por otra Junta Militar presidida por el General Morales Bermúdez.
Desgraciadamente nadie asumió el error político de avalar está asonada ni menos el Partido Aprista asumió el costo que significaron los muertes y los daños a la propiedad pública y privada, que en nada sirvió para terminar con el Velascato. Este ya está en descomposición.
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