Conozco a varios personajes
famosos, unos más que otros me brindan su generosa amistad. Más allá de esa
amistad reconozco en ellos cualidades que admiro y trato de emular aunque no
siempre lo he logrado. Qué decir de Pablo
Macera, el General Francisco Morales Bermúdez, el General José Williams Zapata,
el Jurista Sergio Tapia, las congresistas Luz Salgado y Rosa Bartra y cuantos amigos me honran con su amistad y ejemplo.
Qué decir del periodista Víctor Robles Sosa, cuyo ejemplo hizo
que perseverara en mis deseos por escribir. Lamentablemente dejó este mundo tempranamente. Cuánta falta
hace hoy en día en momentos que la prensa ni informa y menos forma.
Hay otras personas que también
hacen falta hoy en día en el Estado; cómo ministro, Francisco Dumler cumplió una
destacadísima gestión como Ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento
(octubre 2015-julio 2016) y como Oficial Mayor del Congreso de la República,
José Cevasco Piedra.
Y es precisamente de Pepe Cevasco que me ocuparé en estas
breves pero merecidas líneas. Le conocí hace 18 años y algo más cuando
coincidimos en el Congreso, él como ya Oficial Mayor y yo como Asesor del
entonces Congresista Pablo Macera. Siendo tocayos no solo hubo empatía en el trabajo
sino a nivel personal. Aún recuerdo la primera vez que ingresé a su “búnker”
donde nunca faltaba una tasa de expresso y el humo de cigarro (en ese entonces
se podía fumar en espacios cerrados).
Aquellos días fueron azarosos y difíciles.
Yo me fui del Congreso en julio del 2001 para no regresar más (aún no me
explico por qué fue así) y Pepe Cevasco duró un tiempo más. Pese a ser uno de
los más brillantes conocedores del funcionamiento del Primer Poder del Estado,
tuvo que dejar el puesto “gracias” a la mezquindad que perdura aún en la
política.
Nos volvimos a encontrar cuando
Cevasco escribía sesudas columnas en varios diarios de la capital (cuando éstos
eran fuente de verdad) y luego cuando dirigía un sintonizado programa en una
radio digital a donde me invitó a compartir varias veces amenas charlas sobre
el Centro de Lima, su problemática y sus oportunidades.
Años después, el Congreso tuvo el
gran acierto de volver a convocarlo como Oficial Mayor hasta la gestión del
actual Presidente Salaverry. Otro craso error dejar de contar con su valioso
concurso.
Amigo de sus amigos, Pepe tiene
grandes gestos con ellos (como cuando da la mano de verdad). De conversación
amena, empático y con mucha inteligencia emocional para saber moverse en el
justo medio. Sin duda es una persona a quien admiro.
Algo que lo pinta de cuerpo
entero fue una nota navideña que publicó en diciembre último en el diario
Expreso. “Quien venera a su madre” es digno de todos los halagos. Pepe supo
sacarle la lengua a las vicisitudes de la vida y salir adelante. De ujier en el
Parlamento de los 80s se convirtió en su Oficial Mayor. Honor al Mérito.
Tuve el gusto de compartir con él un mensaje que dio a un amigo en
desgracia. Para aquellos que conocemos al buen Pepe, simplemente resumiremos
ese gesto y su calidad de persona con
una frase criolla que seguro los cincuentones sabrán entender…”Calidad
Barrington”.
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