¿Cómo querrás
que te recuerden tras tu paso por este mundo?, fue una pregunta lanzada a boca
de jarro por un gran amigo. Me dio que pensar y antes de responder pensé en
Grau y Bolognesi que se despidieron de sus familias con una epístola sabiendo
que no las volverían a ver. El amor al Perú primó sobre todo.
¿Qué habrán
pensado el Presidente Fujimori cuando dio la orden de ataque el 22 de abril de
1997? Pensó en el Perú como pensaron los 140 comandos que entraron en combate.
Valer y Jiménez, los dos que murieron por las balas terroristas, no volverían a
ver a sus familias.
Pensando en algo
banal como es el fútbol, ¿qué habría pensado Oswaldo Cachito Ramírez cuando
enrumbaba al arco argentino para anotar el segundo de sus dos goles con los que
clasificó al Perú a México70 en la Bombonera aquella tarde de agosto de 1969?
¿Qué pensaron
los héroes anónimos que defendieron al Perú contra el terrorismo o en la
Cordillera del Cóndor y en el Cenepa cuando arriesgaron sus vidas decenas de
veces?
Todos ellos
quizás no tuvieron tiempo para ponerse a pensar que estaban pasando a la
Historia con H; que con sus actos los recordarían con honor y con gloria. Este
gran amigo citado me hizo reflexionar cuando me dijo que los pocos años que vivíamos
deberían ser de calidad para que nos recordaran toda una eternidad.
Es cierto que
muchas veces fallamos, somos humanos; sin embargo el peso de nuestros actos
buenos deberá hacer que la suma final sea positiva y que nos vayamos de este
mundo con la tranquilidad de haber cumplido con nuestro paso por la Tierra. Y
para quienes somos creyentes, el premio mayor será la Vida Eterna al lado de
Dios Padre.
Hemos citado a
personas que a pesar de las “historias oficiales” y a los intentos de los
enemigos de la Patria son grandes y recordados como tales. Pero también hay
casos de gente que ha pasado a “la historia” como Felipillo y junto con él
tantos traidores a su Patria, a los suyos, a quienes confiaron en ellos. Hoy vemos que eso no llama la atención,
desgraciadamente.
Los “felipillos”
del siglo XXI son aplaudidos por quienes viven en la inmundicia, en el
deshonor, en el soboneo más vergonzoso. Pregunto en voz alta; ¿podrán mirar a
los ojos de sus hijos, sus padres y a sus amigos después de haberse bañado en
tanto deshonor?
¿Habrá tanto
“caradurismo” para no solo querer engañar a otros sino engañarse a sí mismo
diciendo que sus traiciones las realizan por “la gobernabilidad”, “por la democracia” o
“por un nuevo congreso”?
Aprendí a leer
hace más de 50 años gracias a los diarios. Nunca dejaron de estar lejos de mí y
de mi vida. Quizás cuando tenga que iniciar el camino al “más allá”, éste será
largo antes de ver a Dios por lo que me llevaré un Expreso para no aburrirme en
el camino. Ya lo saben, si ven un diario que pareciera que flotara en el aire y
no esté alguien que lo sostenga; seguro ése seré yo. Ese día espero que mis
buenos actos pesen más que mis errores.
Finalmente, una
última pregunta a las que he hecho a lo largo de este artículo. ¿Cómo cree el actual
presidente del Congreso, Daniel Salaverry, que será recordado de aquí a 50 años
o quizás en el 2021? ¿Cómo el que traicionó a más de 8 millones de electores?
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