domingo, 24 de febrero de 2019

VELAS Y BUEN VIENTO


Días pasados me reencontré con un conocido de la época escolar. Si bien traté de propiciar el encuentro, al enterarme de su presencia en Lima, esto se concretó solo por mediación de otras amistades que estaban invitadas en una reunión a la cual asistí.

La gente cambia, muchas veces para bien (evolucionamos); otras para mal (involucionamos). Es así pese a quien le pese. Las circunstancias de la vida y las experiencias que vivimos hacen posible ello.
Al regresar a casa luego de la reunión (y de dicho reencuentro) quedé con un amargo sinsabor y hasta lamenté haberme reencontrado con esa persona. Quizás sea tan solo una impresión pero lamentablemente así fue.

Las personas y las naciones deben mirar adelante y algunas veces no andar por los caminos ya transitados. Sino preguntémonos qué nos pasó cuando una mayoría volvió a elegir en 1980 a Fernando Belaúnde, quien había dejado el Perú en estado comatoso en 1968 y al acabar su segundo mandato, volvió a dejar al Perú en cuidados intensivos Fue la antesala del desastre alanista (1985-1990).
¿Qué hizo que los peruanos cometieran ese garrafal error? Quizás lo expliquemos en la idea que el ser humano es el único animal que vuelve a cometer el mismo error en circunstancias similares. Sino no existiría aquel dicho que dice que “solo una vez capan al gato”.

Volviendo al ingrato reencuentro sería bueno también preguntarme si habré sido lo suficientemente tolerante con aquel que pensaba diferente y planteaba sobradoramente sus ideas como si fueran “verdad absoluta” o de repente la expectativa de volver a ver al amigo de infancia fue muy alta. Siempre hay que estar atento a lo que vaya a pasar y no olvidar lo que sucedió en el pasado. Es posible que ese sorpresivo sinsabor habría sido previsible si no hubiéramos sublimado algunos recuerdos.
Sin embargo, cabe decirlo, sí tuve un buen reencuentro (ya nos habíamos visto haría unas 7 semanas) con otros tres amigos de aquella infancia. Reímos y recordamos los años maravillosos cuando éramos chicos. Son las pequeñas cosas que nos hacen más fácil el tránsito por una vida difícil y llena de obstáculos.

Cómo diría una persona a quien conozco, muchas veces esas dificultades y sinsabores nos traen penas pero también son oportunidades para ser mejores. No hay que desmayar en el intento.
Al amigo que fue, velas y buen viento. Quizás en el más allá las cosas sean mejores. A los amigos que siguen siéndolo, nuestros mejores deseos.

1 comentario:

  1. Don tribi pienso que esa persona siempre fue así en su interior,el tiempo y las circunstancias hacen esa piel ya la tenga expuesta ahora en esta etapa de su vida ,y le sirve para andar por la vida como su escudo de persona dura quiza indolente.Hay muchos casos no es el único.

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