¿El mundo se
encamina a un descalabro terminal? Los traidores son aplaudidos y viven para
contarla, en quienes confiamos en las urnas pareciera que terminan vendiéndose
a la corrupción (Expreso, 21 de febrero, página 6) y gente incapaz está
llevando al Perú al descalabro.
Pero en medio de
ese panorama, siempre hay quienes brillan con luz propia y nos hacen creer que
la humanidad no está perdida.
Entre quienes
pertenecen a esta “raza de virtuosos” resaltaré esta vez a mis grandes amigos y
hermanos Wilmar, So, Lu y Mía; ejemplos
de muchos valores, sobre todo de la inmensa lealtad y generosidad para estar a
nuestro lado en los momentos más difíciles cuando para muchos es mejor “hacer
la finta y alejarse rapidito”.
A estas dos
características sumaré la generosidad, energía sin par y la capacidad de
trabajo de Wilmar y la inmensa capacidad intelectual de So, su dedición y
entrega al trabajo. Solo un profesor demasiado “exigente” impidió un justo y
merecido Suma Cum Laude en su examen de Maestría. So es funcionaria pública y
ejemplo de la entrega que deben tener quienes están al servicio de la
ciudadanía.
Lu es invencible
ante los retos físicos y de todo tipo, tiene una inmensa habilidad para generar
contenidos usando herramientas tecnológicas y junto con Mía, una sensibilidad
para convertir unos cuantos metros cuadrados en un hermoso jardín.
Mía es la
experta en música, conocimientos varios y habilidades artísticas. Hace simple las tareas más complicadas por su enorme inteligencia creativa y es la Alfa de Tobito, quien la respeta
por encima de todos.
Aunque ninguna
de los cuatro destaque en las artes culinarias siempre se las arreglan para
compartir la mesa de su casa con generosidad.
Si hay algunas
personas a las que dejaría guardar un millón de dólares cash, ellos serían ésos.
Estoy seguro que regresaría después de largos años y me los entregarían hasta
el último centavo.
No conocí a su
madre Irene pero por las referencias y recuerdos, no hay duda que ellos
heredaron mucho de ella. Maestra de muchas generaciones influyó en la vocación
de servicio de So y de Mía y su sabiduría encontró fértil terreno en las almas
de mis cuatro amigos.
Heredera de
ellos es mi hermana Irina, de destacadísimo papel como alumna de una
universidad local y de grandes dotes para las artes y literatura. Desde niña
destaca por su dedicación para el estudio y su buen corazón.
Luego de
escribir estas líneas no tengo duda que basta que existan más personas como
estas amistades para que el mundo no esté perdido y aún en las horas más negras
siempre habrá gente que harán posible un mundo mejor.
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