Tras la derrota de Keiko Fujimori en el 2016, mi amigo y certero observador de la política, tempranamente desaparecido, Lucho Iparraguirre me señalaba que una probable alianza entre PPK y Fuerza Popular era no solo posible sino deseable; sin embargo el caviaraje que promovía el antifujimorismo bilioso hizo todo a su alcance para evitar ello.
Avivó los desencuentros de la campaña y enrostró su apoyo para evitar que tanto PPK y Keiko Fujimori hicieran las paces; incluso boicoteando los intentos conciliadores del Cardenal Juan Luis Cipriani.
Sin embargo ahí no quedó todo. Los primeros atisbos de corrupción pasada y presente ya se hacían ver y los "asesores de imagen" no tardaron en "meter la pata". PPK y su gabinete enfundados en mallas aparecieron haciendo aeróbicos mañaneros en el patio de Palacio de Gobierno, mientras los problemas seguían acumulándose.
Fuerza Popular no tardó en enrostrar a la alianza PPK-Caviar su incompetencia que no tardó en hacerse visible para desgracia de millones tras las lluvias en el Norte. PPK seguía jugando tenis y haciendo la siesta mientras el hedor era ya insoportable (Chinchero). Por cierto ahí era actor de reparto el Lagarto corrupto y responsable de miles de muertos.
La previsible alianza entre la derecha peruana ya no solo era imposible sino indeseable. El Congreso con mayoría inédita hizo lo que debía; fiscalizar pero los "vendedores de imagen" y la prensa ayayera se encargó de crear el mito de "la obstrucción "; algo que "pegó" en la ciudadanía a pesar de lo falso que era. Facultades Legislativas, aprobación del Presupuesto y otros son la muestra de ello.
El caos, incapacidad, corrupción y desgobierno hicieron imposible que PPK se mantuviera en la Presidencia; por cierto el Congreso hizo su parte para profundizar el descrédito de la política peruana.
Tras la renuncia de PPK , luego un fallido intento de vacancia, fue un error sostener una sucesión constitucional pese a la voz solitaria de Vitocho García Belaúnde que planteaba la realización de nuevas Elecciones Generales. Pudo y debió ser la salida.
Hoy tras casi 5 años pagamos la consecuencia de la traición y cobardía de quienes debieron enfrentar a Vizcarra. Lo que hoy vivimos es el fruto maldito de un árbol venenoso que nunca debió ser plantado.
Los mismos traidores, mercachifles y pusilánimes ayer, hoy hablan de "sostener la gobernabilidad" mientras gases nauseabundos son expelidos de un cuerpo pútrido "nacido ya muerto" como consecuencia de la ilegalidad y la ilegitimidad.
Cada día surgen nuevas razones para vacar al comunista Castillo y a su cómplice Boluarte. Terminamos el 2021 y el Congreso aún no hace lo que tiene que hacer.
El aire enrarecido ya es irrespirable. Cuidado; el Perú puede morir por asfixia.
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