Quienes vivimos en los años 80s fuimos testigos de la campaña política que llevó a Palacio de Gobierno a un joven de 35 años, quien en el cierre de campaña terminó su alocución con una frase que caló hondo en el electorado; "Arriba los corazones, arriba la esperanza".
Esto ilusionó a millones que nunca habían votado por el APRA y éstos le dieron su confianza a su candidato, en medio de la crisis que arreciaba producto de un gobierno incapaz, el segundo del Presidente Belaúnde.
Desgraciadamente esa confianza no fue retribuida con un buen gobierno. La hiperinflación y el terrorismo trajeron muerte y miseria. El pueblo mil veces engañado empezó a mirar a independientes y en 1990, las promesas dejaron de serlo para empezar a ser realidad. Un país inviable se transformó en un país que resucitó y 16 años después García redondeó un muy buen gobierno y avanzó mucho de lo que quedó pendirnte en el 2000.
Todo esto viene a colación ante la necesidad de un mensaje de esperanza que venga, por supuesto, acompañado con acciones tendientes a cambiar el actual estado de cosas en el que se debate el Perú debido al desgobierno del comunista Castillo, incapaz y corrupto.
Veo con preocupación cómo algunos se regodean con nuestros males pero no hacen nada y menos aún salen a levantar la voz. Hay quienes repiten rumores de golpe convirtiéndose en tontos útiles del comunismo. Al golpismo comunista se le responde con fuerza y en las calles y no haciendo eco a psicosociales tendientes a crear miedo.
Miremos con Fe el futuro de nuestra Patria. Hagamos lo que cada uno tiene qué hacer. Salgamos a levantar la voz. Este 10 de septiembre es una nueva oportunidad para exigir a quienes tienen la responsabilidad directa en el Congreso de la República para que con su voto se vaque al comunista Castillo.
Hace 30 años se capturó a la cúpula comunista; este 12 de setiembre volvamos a derrotar a sus herederos ideológicos eligiendo a un Presidente del Congreso que conduzca al Perú a un mejor destino.
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