lunes, 22 de junio de 2020

VICIOS PRIVADOS, VIRTUDES PUBLICAS


"Vicios privados, públicas virtudes", así titula una película de 1976 dirigida por Miklos Jancso sobre la llamada tragedia de Mayerling (1889), un incidente que podría haber sido un correlato de otra tragedia ocurrida un siglo antes, me refiero a la caída de la monarquía en Francia, con el consiguiente baño de sangre que significó la llamada "revolución francesa".

A propósito de esto último leía la edición de Selecciones de julio de 1956 en la que se condensa  el libro "María Antonieta" de Stefan Zweig. En este artículo titulado "De vidas privadas se hace la historia", Zweig reseña cómo se llegó al baño de sangre y a la muerte de Luis XVI y de María Antonieta. La supuesta vida disipada de ella terminó siendo la razón para que ella y el rey terminaran en la guillotina. Zweig escribe, "Uno de los caprichos de la historia es la manera como se derivan gravísimas consecuencias de causas en apariencia baladies". Concluye Zweig que hechos grotescos y sin importancia del matrimonio de los reyes terminaron cambiando el destino del mundo.

Algo ocurrió así con nuestra democracia que tuvo un poco más de 29 años de vida con sus altas y bajas luego de 12 años de dictadura militar. Irresponsablemente se generalizó errores y delitos de algunos congresistas (electos por el pueblo) y se acusó a una institución de la República. El Primer Poder del Estado.
Tras un golpe contra el Orden Constitucional en setiembre del 2019, como "salida" se eligieron 130 "nuevos congresistas", que en su casi totalidad "compiten" entre sí, haciendo su "mejor esfuerzo", para destruir todo lo avanzado entre 1990 y el 2011, año en que empezamos a "caminar como el cangrejo".

"Roba cables, lavapies, come pollos", gente que dijo haber estudiado secundaria y no habían pasado sino por la primaria y tantos más impresentables fueron mostrados cómo si fueran "la mayoría". A ello se unieron comunistas infiltrados que desde dentro hicieron implosionar al Congreso y un liberal acusado de corrupción se defendió de la fiscalización acusando a los congresistas de ser obstruccionistas. Es cierto que hubo irresponsabilidad, cubileteos con "nueces", impericia e ingenuidad a la hora de ver la sucesión. A la luz de los hechos, lo que debió haberse hecho fue adelantar las elecciones. Hoy no pagaríamos la factura de tener un gabierno incapaz, ilegal e ilegítimo.

Ojalá que no terminemos con una "revolución roja" y la destrucción de nuestro Perú. Aún estamos a tiempo.


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