sábado, 25 de julio de 2020

EL MENU DE MACONDO


Solo en un país de opereta como al que han convertido al Perú podemos ser testigos como un gobierno incapaz puede autorizar que los restaurantes funcionen con el 40% de su capacidad instalada pero a la vez quien preside accesitariamente ese gobierno puede "recomendar que los peruanos no vayamos a estos lugares".

Solo en Macondo podría ocurrir este sinsentido y lo peor que no haya periodistas con suficiente hormonas que se indignen y le exijan una aclaración. El comunista corrupto Evo Morales decía que la ingesta de mucho pollo causaba problemas de virilidad. Al parecer no era el ave sino el consumo de "mermelada" el causante de ello.

La situación está para llorar. La crisis golpea a todos y las empresas no podían evadir esta situación, aunque según un interesante artículo de Día 1, el covid ha sido el detonante de una crisis que se venía venir para el sector gastronómico sea por los márgenes de utilidad tan pequeños dependientes de un alto porcentaje de ocupabilidad así como de costos fijos muy altos, expresados por ejemplo en alquileres estrastosféricos.

Con dos restricciones importantes, uno es el solo 40 % de ocupabilidad máxima y otro el toque de queda que permite trabajar máximo hasta las 7.30 pm, poco queda para los restaurantes. Los que funcionan hoy lo hacen vía delivery o pick up más la atención restringida en el local, todo lo que representa solo un 25% de las ventas antes de la pandemia.

Otro de las limitantes es el factor financiero, habida cuenta que la gran mayoría no accedieron a Reactiva Perú lo que ha obligado a los restaurantes a endeudarse a altas tasas de interés y en el mejor de los casos inyectar capital de trabajo fresco.

Sin embargo no todos podrán atender en el local pues el área de éste es el limitante para mantener el distanciamiento social, como es el caso de barras y ptros negocios con áreas reducidas. También hay un factor que lo comentó un amigo y es el riesgo de atender a gente asintomática o infectada lo que causaría un alto riesgo de contagios. Los propios restaurantes pueden cumplir los protocolos pero nadie puede garantizar que los clientes lo hagan, habida cuenta que vemos cómo mucha gente no guarda la distancia social, no usa mascarilla o no se lava las manos adecuádamente.

A la fecha y pese a la crisis el sector se muestra optimista. Muchos restaurantes se han reconvertido vendiendo vía delivery, trabajando con fuerza de reparto propia, complementando con venta de insumos y simplificando su oferta (carta). Pese a todo hay optimismo moderado para salir adelante.

Ojalá que el esfuerzo de los empresarios y trabajadores del sector gastronómico dé sus frutos, pese a una sarta de burócratas incompetentes.

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