Tras lo señalado en la primera parte de este artículo, vale decir que podemos resumir lo dicho en un concepto; el resurgimiento de la clase media, no como la conocimos en los 60s sino más "popular", expresada en la aparición de pujantes urbanizaciones en los llamados conos de Lima y en diversos lugares de nuestra Patria.
Tras derrota de la hiperinflación y del terrorismo (desde de un punto de vista militar), la extrema pobreza y la pobreza cedieron enormemente. Es el llamado "Milagro Peruano" liderado por el gobierno del Presidente Fujimor, tras cuya caída en el 2000 continuó con los gobiernos de los Presidentes Toledo y García, que lamentablemente convivieron con la corrupción de las constructoras brasileñas y el llamado Club de la Construcción. Años más tarde sería conocida tras el destape del llamado caso Lava Jato.
Expresiones de este resurgimiento económico son la aparición de Centros Comerciales no solo en zonas modernas de Lima sino en los llamados conos y en provincias; la aparición del fenómeno de la gastronomía (restaurantes y cafeterías de todo precio), la inversión en un sinnúmero de cadenas hoteleras; la reaparición de librerías; la irrupción de un boom agroexportador que no solo trajo divisas sino fomentó el empleo y la obtención del Grado de Inversión como consecuencia de un manejo económico responsable y eficiente, lo que posibilitó consigo un sinnúmero de millonarias inversiones y acceso a créditos a menores costos.
Sin embargo, justo cuando íbamos camino a convertirnos en "la joya de Sudamérica" empieza el declive con el ollantanadonismo hasta lo que acaeció con la crisis política que hizo metástasis en el 2017 hasta el día de hoy; a lo que se sumó la pandemia del Covid y hoy las consecuencias de la invasión rusa a Ucrania. Todo ello profundizado "gracias" a un desgobierno donde prima la incapacidad, la ineficiencia y la corrupción.
Pese a todo ello, las sólidas bases macroeconómicas han impedido la caída de la economía peruano; a lo que se suma el eficiente trabajo del Banco Central de Reserva.
Sin embargo lo que se suponía era una verdad incontrastable, la economía y la política no caminan en "cuerdas separadas". Urge un proceso democratizador, una Refundación de la República y como ya hemos dicho la aparición de un líder que conjuntamente con una Vanguardia Democrática lleven a buen puerto la nave llamada Perú.
No regalemos el Perú a quienes han sido cómplices del golpismo vizcarrista y caviar. Que no nos quieran vender "sebo de culebra".
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