sábado, 23 de abril de 2022

GASTRONOMIA

En los 80s salir a comer era poco frecuente para la gran mayoría de los peruanos. Ir a comer algo especial era degustar, por ejemplo, comida francesa.

Tras el inicio del Milagro Peruano, hubo tres grandes que promovieron el surgir de la gastronomía peruana. Uno más conservador como Cucho La Rosa, un intermedio como Israel Laura y un heterodoxo como Gastón Acurio.

El resurgir de la clase media hizo que el boom se masificara. Aparecieron no solo restaurantes de comida regional en Lima sino en las principales ciudades se pudo encontrar comida de muchas partes del mundo. Ni qué decir de los restobares como La Botica y la vigencia de tradicionales como el Juanito en Barranco. Junto con ellos llegaron franquicias como el Starbucks

Aparecieron cafeterías de todo precio y de muy buena calidad.  El café se convirtió en una moda virtuosa empezando del proveniente de Sandia y Carabaya en Puno.

Las comidas populares se volvieron no solo de moda sino gourmet. Un ejemplo de ello es Isolina y un plato popular como los Anticuchos pasaron a estar en las cartas de restaurantes A1 gracias a Doña Grimanesa.

El boom gastronómico trajo consigo una cadena virtuosa que abarcó a miles. Cientos de jóvenes de todos los estratos sociales quisieron ser chefs y esta actividad se profesionalizó gracias a decenas de escuelas. La profesión llegó a las Universidades. 

Otra expresión  que se dió en esta coyuntura fue el boom agroexportador. Millones dólares entraron al mercado como utilidades; generando empleo y desarrollo.

La gastronomía trajo consigo una saga de programas históricos como el de Teresa Ocampo. Hoy los hay de diversos personajes como Schiaffino, Sandra Plevisani o Ximena Llosa o los precursores que siguieron a Ocampo, Gastón y Don Pedrito.

La comida no solo se saboreó sino se miró y leyó en libros de precursores como Mariano Valderrama y Rosario Olivas.

Cuando el boom alcanzaba el zenit, vino la crisis producto de la pandemia y la incapacidad del vizcarrismo y hoy del comunista Castillo. Cientos quebraron. Se me viene a la memoria la Tostaduria Bisseti en Barranco y el Arábica de Miraflores y tras ellos, otros que se fortalecieron como La Mora.

Hoy pese a todo, los engranajes de la gastronomía vuelven a moverse. Un ejemplo de ello es el Mercado San Ramón en Miraflores y el renacer de la llamada Casa de las Pizzas.

La gastronomía resurge pese a todos los problemas derivados de la incapacidad. Un ejemplo de ello es el Mezzanine en Magdalena de mis amigos José y Néstor. En hora buena.

Que la fuerza de los empresarios gastronómicos sean ejemplo para que la ciudadanía logre salvar al Perú de las garras del castrochavismo. 



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