miércoles, 5 de enero de 2022

¿EMPRESARIOS?

Somos defensores de la libre empresa y por tanto del emprenderurismo, tal como hoy se llama a la iniciativa que crea empresas.

No todos los nacimientos son grandiosos ni dentro de la llamada formalidad. Pocos de éstos logran sobrevivir, crecer y ser exitosos. 

Miles de millones se invierten y gracias al trabajo conjunto de los capitalistas y el concurso  de los trabajadores originan  el círculo virtuoso de la economía (inversión-riqueza-desarrollo).

Crear empresas exitosas tiene que darse en un ambiente de libertad y con la participación  de un Estado promotor que dé estabilidad jurídica y seguridad. 

Los empresarios deben compitir y ganarse clientes gracias a ofrecer bienes y servicios de calidad y a precios competitivos y no por cierto a granjeriaa mercantilistas producto de estar cerca al poder de turno y menos de negociar prebendas fuera de la ley.

Sin embargo a lo largo de estos años hemos visto cómo se ha dado todo lo contrario a la competencia. Ejemplos de ellos son "los doce apóstoles " en el primer gobierno de García  (coautores del desastre de los 80s) y el "club de la construcción", una organización criminal con varios años de actuar impune. Por cierto ni unos ni otros respondieron por lo actuado. Ni qué decir de las instituciones de supervisión  y control. Un Estado en modo "Shakira". 

Tampoco olvidemos a los amigos del corrupto Toledo y los que hoy visitan a Castillo. ¿Dónde están la Fiscal de la Nación, el Procurador General  y el Contralor General de la República? Por supuesto no olvidemos tampoco a aquellos que se auparon al ppkausismo, aplaudieron al genocida golpista Vizcarra o conviven con el caviaraje.

¿Esto significa el fracaso de un modelo económico? Claro que no.

La otra opción  es un estado empresario que ha fracasado en todos los países donde se ha experimentado con ello. 

Para generar riqueza y desarrollo hay que persistir en la inversión  privada, promover el libre mercado y por ende generar competencia.

Basta de los mercantilistas y de aquellos que se abrazan del poder de turno para lograr ventajas ilegales. Ser empresario implica apostar por la libertad y por ende salir en su defensa y no aplaudir de rodillas a proyectos comunistas en pasajes de la Lima Céntrica.

Ojalá que los millones de verdaderos empresarios lo entiendan y se expresen mediante sus gremios y que algunos de éstos dejen de ser cajas de resonancia del castrochavismo.


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