El escándalo de "la muerte y resurrección" del dueño de la casa de Sarratea, Alejandro Sánchez, pone de nuevo en tela de juicio el papel cumplido por la RENIEC en las elecciones del 2021.
Hasta no hace mucho esta institución fue premiada por sus "buenas prácticas". ¿Qué hay de cierto en ello o es tan solo uno de los consabidos "toma y daca" entre el Estado y oeneges caviares?
¿Cómo puede hablarse de una "isla de calidad" cuando sin mayor esfuerzo un perseguido por la justicia de pronto "aparece muerto" en los registros de la Reniec y cuando estalla el escándalo lo hacen "resucitar"? Pero para hacer creíble una posible intrusión de piratas informáticos, aparecen muertos Castillo, Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga y la Fiscal Benavides. ¿Creemos este bluff o más bien estamos frente a un hecho de gravedad que pone en duda la garantía de un manejo de datos confiable y seguro?
En las elecciones del 2021 aparecieron una serie de evidencias de que "muchos muertos votaron" algo que se evitó auditar ante la negativa de mostrar los padrones de votación. Hoy esa exigencia cobra actualidad y es menester que el Ministerio Público haga su trabajo. ¿Habremos estado ante maniobras fraudulentas que habrían hecho posible "el triunfo" del comunista Castillo?
Adviértase el caso de una denuncia pública hecha por un ciudadano que sostuvo que aparecía como "muerto" días previos a las recientes elecciones. ¿Un caso aislado o uno de los casos que podrían poner en duda del Sistema Electoral y en particular del trabajo de la Reniec, cuya jefa ya debería haber renunciado o haber sido destituida.
El escándalo de "los muertos que resucitan" no puede pasar por "agua tibia".
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