Tras las recientes elecciones llevadas a pasado domingo 2 nos queda una preocupación, que es de muchos. ¿Existen partidos políticos de alcance nacional? Los resultados nos muestran que la gran mayoría de los ganadores en las regiones pertenecen a movimientos independientes con una agenda propia e inconexa.
En la única región donde vemos presencia de la mayoría de partidos políticos es Lima Metropolitana mientras en regiones los que tienen presencia importante son APP y Somos Perú; en tanto Avanza Pais, Podemos y Frente Esperanza tienen una presencia muy exigua. Pese a estas menciones es preciso señalar que en las elecciones para Gobiernos Regionales los partidos nacionales solo ganaron en 70 provincias (incluyendo Lima Metropolitana) de 196, lo que representa solo el 35.7% del total.
Los grandes derrotados, aunque no se quiera reconocer, son Fuerza Popular, Acción Popular, el caviaraje y los diversos partidos de la izquierda comunista variopinta incluyendo Perú Libre. Los resultados obtenidos por estos partidos obvian cualquier duda.
La pregunta que se hacen muchos es por qué los partidos políticos sufren esta crisis que empezó con la elección del alcalde Belmont en 1989. El descrédito escaló al punto que importantes partidos perdieron incluso su inscripción legal como pasó con el APRA y el PPC.
Los entendidos responsabilizan a este descrédito a la falta de Democracia Interna, de renovación de liderazgos, a la existencia de cúpulas sin representatividad y el distanciamiento de éstas con sus bases. De pronto aparecen y desaparecen supuestos partidos cada quien con nombres más estrambóticos, sin ideología e historia y menos ubicación clara en el espectro político. Estos llamados partidos de pronto fueron tomados por aventureros y otros se convirtieron en franquicias electorales que se activan cuando se acercan las elecciones. Un ejemplo de ello es UPP que nació como un partido democrático y con el tiempo se convirtió en cascarón de otras corrientes completamente opuestas. Otro ejemplo de ello fue Somos Perú, que de creación de Alberto Andrade terminó cobijando al genocida Vizcarra y al fracasado candidato Forsyth. Otra constatación de ello es la facilidad con que los miembros de un partido cambian de "camiseta", hoy postulan por un partido "x" y pasado mañana por "z". Ni qué decir de la militancia que muta de acuerdo a circunstancias crematisticas o de intereses tan particulares como un puesto de trabajo.
Un gran problema que afrontan los llamados "partidos" es que ya no existe la vida partidaria que existía en el pasado lo que se refleja en comités de base fantasmales o locales donde no hay mayor movimiento. Tema aparte son las redes sociales y el mundo digital.
¿Tienen futuro los partidos políticos aún existentes? Difícil decirlo y más en esta coyuntura. El panorama se vislumbra promisorio para Renovación Popular, el que tiene una posición ideológica clara y su principal líder tiene la oportunidad de mostrar sus competencias como alcalde de Lima Metropolitana, la más importante en términos de número de pobladores (y electores). Queda en tanto consolidar su presencia en Lima y ampliar su vigencia a nivel nacional. No hacerlo lo convertirá en un partido limeño sin posibilidades de ser opción de gobierno en el futuro. Cabe señalar que Renovacion Popilar solo presentó siete candidatos a los gobiernos regionales en esta ocasión así como candidatos en 15 provincias capitales de región.
Finalmente es pertinente observar qué pasos dará Antauro Humala para consolidar un partido político de alcance nacional que busque ser una opción democrática y no un plan aventuero que se aleje del Orden Constitucional. Humala ha empezado a caminar por la zona sur del país buscando captar al ciudadano que ha votado por su propio hermano Ollanta, Aduviri, Guillén , Oscorima y otros políticos de infausta recordación.
El corto plazo nos dirá qué acontecerá en el espectro político, si los partidos históricos como el APRA y el PPC logran recobrar impulso así como Acción Popular, Fuerza Popular y la variopinta izquierda comunista logran volver a recobrar sus caudales electorales perdidos.
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