Así se llamaba una película sesentera (1967) con el gran Sidney Poitier. Eran los años en que los profesores usaban pizarras verdes y tizas de todos los colores. Eran años en los que aún el comunismo no había penetrado en el magisterio, algo que hizo a través del llamado Sindicato Único de la Educación Peruana (SUTEP) desvirtuando su carácter gremialista y más bien convirtiendo a los maestros en propagandistas de la ideología marxista.
Atrás quedaron los forjadores de peruanidad y más bien algunos maestros fueron promotores de la lucha de clases. Ello se tradujo en la participación de estos maestros en la organización terrorista sendero luminoso vía la infiltración del SUTEP pero también a través de organizaciones paralelas de fachada.
Pero no todo fue así. Recuerdo con gratitud sobre todo a mis maestros de la Primaria del Colegio Nazareno, Diaz, Carrión, Pérez, Solano y Rodríguez; siempre pulcros, con su mandil blanco, dando lo mejor de ellos. A ellos mi aprecio de siempre. Por supuesto que no dejo de recordar a todos los maestros que me enseñaron y formaron.
Lamentablemente el magisterio comenzó a perder su esencia, una universidad como la Guzmán y Valle (La Cantuta) se convirtió en nido de terroristas en vez de crisol de maestros.
Algo cambió en el segundo gobierno de García cuando se impulsó la carrera magisterial, las capacitaciones y el acceso a ascensos y promociones con las consiguientes mejoras salariales. Sin embargo sectores radicalizados agrupados en el CONARE siempre se opusieron a ello. No en vano el hoy candidato comunista Castillo lideró esa facción. Castillo es el ejemplo de lo que no debe ser un maestro, ni en lo académico ni en lo moral.
Hoy que celebramos al verdadero Maestro, vaya nuestro saludo a ellos, a los de ayer, hoy siempre, gracias a los cuales el Peru tendrá futuro. A los maestros multigrado, a los de aulas inclusivas, a los rurales, a los formadores de maestros como mi amiga Sonia y el gran ejemplo que tuvo en su madre Irene, otra gran maestra.
PS Un saludo a mi amigo de infancia Lucho Vela Orbe, a quien reencontré vía el Twitter
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