A lo largo de estos años la cúpula de la Iglesia Católica en el Perú y el mundo se ha puesto de espaldas a los principios milenarios del catolicismo y a la verdad.
Los voces de protestas han sido formales y no frontales. Venezuela y Cuba se siguen manteniendo con el cobarde apoyo de quien debería seguir los pasos de Juan Pablo II quien confrontó abiertamente al comunismo en su natal Polonia y contribuyó con ello a la caída del comunismo soviético.
Hoy en día se extraña a otrora voces valientes cuasi deportadas en Roma y que aceptan guardar silencio en vez de anteponer los sagrados intereses del Peru a la obediencia casi cómplice. ¿Qué puede perder un hombre al final de sus días?
Por años la Iglesia Católica en el Perú ha sido envenenada por la llamada "teología de la liberación " y por el "trabajo" de muchos jesuitas, principalmente, que más que pastores se convirtieron en cómplices del avance comunista en nuestra patria.
¿Decir en voz alta esto es ser rupturista? A veces es necesario separar la mala hierba antes que termine de destruir los sembríos. Callar por "respeto" es muchas veces cobardía para afrontar lo que se venga.
Decir que hay que callar y esperar el Juicio Divino no es suficiente en estos momentos. Callar ante las faltas y otros es darle aire a los enemigos de la Fe. Que no se meta a todos en un mismo saco por ello.
Ver a Francisco I del brazo de canallas comunistas enerva. Escuchar a Castillo y Barreto hablar de Dios y Justicia es demasiado. Ver el actuar de la Comisión Episcopal Peruana da arcadas. Hoy son cómplices del comunismo ateo.
Decir que la Iglesia debe callar porque su misión no tiene que ver con lo terrenal se convierte en una afrenta a la verdad. Castillo, Barreto y otros no solo han tomado partido sino lo promueven en contra del Perú.
Es hora de actuar aún a costa de algo aparentemente negativo. Obediencia y respeto a quienes se lo merecen y a quienes tienen autoridad moral para ser sacerdotes.
Basta de abrazos con dictadores y comunistas¡
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