EL SAINETE

 

No podíamos dejar pasar el embuste cometido por la Presidente Boluarte que viajó a Estados Unidos de Norteamérica sosteniendo que tenía una cita con el Presidente Biden, lo que hacía imprescindible el permiso que debía concederle el Congreso de la República.

Ello no solo ha sido -al parecer- un sainete, del cual deberá rendir cuenta no solo la propia Boluarte sino el propio Primer Ministro Otárola y también la Canciller Gervasi. 

Esto no es nuevo, Boluarte nunca rindió cuentas de su papel de cajera del sentenciado (y prófugo) Cerrón sino de su controvertido paso por el club Apurímac y una nunca esclarecida denuncia de plagio, amén de otras perlas.

De esto no muchos tenemos autoridad moral para alzar la voz. Muchos se subieron al coche gobiernista y a ellos el jurista Fernán Altuve los bautizó como "los dinistas". Pocos señalaron con meridiana claridad lo que se venía, como el analista Luciano Revoredo. La mayoría prefirió la cobardía y el cómplice silencio; el puesto en el gobierno con jugoso sueldo y la posibilidad de "hacer su agosto en diciembre".

Del Congreso, ¿qué decir? La gran mayoría se acomodó y prefirió la quincena hasta el 2026, otros hicieron lo de siempre (oponerse y crear el caos) y muy pocos plantearon lo que debía hacerse, elecciones adelantadas. La mayoría con el pretexto que no estaban dadas "las condiciones", prefirió el status quo. Han pasado 11 meses y seguimos como en diciembre del 2022. Cabe señalar que hay un grupo minoritario de congresistas que sí se han ganado el derecho de seguir en su curul; ellos no llegan ni al 10%.

Ante esto, ¿qué queda? ¿Esperar hasta el 2026 y que la incapacidad para enfrentar la recesión, la inseguridad y la desligitimidad terminen de destruir el Perú o cortar por lo sano y "tirar de nuevo los dados"?