jueves, 4 de marzo de 2021

GOLES POR PANES

Ayer hablé con Víctor Gonzales Baca, un hermano mayor a quien conocí en 1973, año que ingresé al Aspirantado Salesiano Pablo Albera en donde cursé el primero y segundo de Secundaria.

Yo era un joven de 12 años estudioso y extrovertido; amante del fútbol que lo seguía desde mis primetos años de vida leyendo La Tercera y escuchando Ovación, Pregón Deportivo y otros espacios.

La vida en el Aspirantado era no solo estudio, formación y espiritualidad sino de plena actividad deportiva y cultural, que incluía clases de música y teatro. Todos los días después del almuerzo en comunidad hacíamos limpieza y luego teníamos una hora de deporte. La mayoría escogíamos jugar fulbito en las tres canchas que tenía la Casa o fútbol, una vez por semana en la cancha de futbol del Oratorio, donde alguna vez pisaron el cascajo grandes como Roberto Challe y Ramón Mifflin.

La hora de deporte la hacíamos en tres grupos menores, medianos y grandes siempre acompañados por un Hermano Sacerdote,  Teólogo, Filósofo o Postulante.

Por mi edad jugaba en menores en los que jugaban eximidos fulbiteros como mis compañeros de año Pepe Bazan, Jorge Farfán, Jorge Cobo y Miguel Rimarachin y los de segundo como Víctor Gonzales, Enciso, Ledesma  y otros.

Sin embargo pese a ser voluntarioso no tenía dominio alguno de las habilidades con la redonda por lo que a veces era "punto" de bromas de Pepe Bazán. Sin embargo Víctor como hermano mayor se ofreció  a enseñarme los secretos del fútbol y para retar a Pepe, me instó a apostarle los dos panes del lonche. Si yo metia un gol, Pepe me daba sus panes o al revés.

Pese a los esfuerzos míos, algunas veces perdía pero también ganaba, hasta que empecé a ganar continuamente. Ahí terminó la apuesta  Víctor incluso me ponía la pelota cerca a la línea de gol y yo solo empujaba la redonda.

Al Tercer año me fui al Colegio Salesiano de Breña y un año después Víctor iría también para concluir la Secundaria.

Hoy en día veo a los mencionados. Cada uno tomamos caminos diferentes pero la formación  y enseñanza nos sirvió  para transitar de manera correcta en la vida. 

Ya más joven y con mi perseverancia mejoré mis habilidades con la pelota sin ser un eximio por cierto; pero ello fue posible gracias a la dedicación y amistad de Víctor. 

Víctor nació en un hogar católico compuesto por sus padres Benigno y Bertilde  y su hermano Pedro, a quienes recuerdo hoy con aprecio. Al tiempo conocí a su señora, con la que forma un hogar a semejanza de sus padres, y a uno de sus hijos, un empresario de la gastronomía.

Así pues como conclusión, un buen amigo, un Hermano Salesiano, sí tiene relación con los panes y los goles.


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