En 1980 el folclórico comunista Genaro Ledesma (FOCEP) planteó como propuesta de campaña sembrar trigo en la selva. Ni más ni menos. Atentos que el dúo CASTILLO-CERRON no nos vayan a decir eso para "luchar contra la dependencia alimenticia" a la par de cerrar nuestro mercado a las importaciones.
El libre mercado es la única garantía para avanzar. Si nos cerramos al mundo, ¿quién nos comprará nuestros productos agroindustriales?
Ningún país es autosuficiente y uno de los autárquicos como Corea del Norte pasa frecuentes hambrunas.
Eso nunca lo van a entender los comunistas. El propio Castillo-Cerrón "levanta su voz" contra la importación de papas procesadas y precocidas; pero da el caso que esto no representa ni el 1% de la producción nacional. Sin embargo sí cabría la posibilidad de algún emprendimiento nacional para procesar papa y venderla en el mercado nacional. Pero para que ello suceda es necesario hacer en un mercado libre y no en una economía estatista.
Acaso no nos acordamos los años del Velascato y los de Saberbein y Vásquez Bazán en los que teníamos que consumir lo que los burócratas querían. Por cierto floreció un mercado negro, propiciado y manejado por muchos de esos burócratas.
No nos olvidemos del arroz y azúcar a granel de pésima calidad, la carne de res "corte único", las salchichas Vitarica y el Té Toro. Es cierto que hoy que la crisis golpea muchos bolsillosbha aumentado las angustias y estrecheces; pero no olvidemos que con inversiones y el empleo generado volveremos a los años en que soñábamos con un Perú mejor.
No olvidemos que el boom gastronómico fue producto del crecimiento económico que favoreció a millones, desde agricultores hasta consumidores. Miles de restaurantes han cerrado con la pandemia; los que sobreviven cerrarán con un gobierno comunista. Solo una opción democrática garantizará que este sector y toda la cadena virtuosa resurja.
El comunismo es una quimera que ofrece un supuesto bienestar pasajero que al poco tiempo se transforma en miseria, hambre y esclavitud. Ojalá que en los valles de Virú e Ica lo entiendan. Ni los subsidios, aranceles o barreras burocráticas traen prosperidad. Ya lo dijo Luis Carranza; un mercado cerrado solo ocasionará triplicar los precios del pollo, pan y todos los productos hechos con trigo, grasas y aceites y muchos más.
Solo con inversión se logrará vencer a la pobreza y que el Estado, invadido por 20 años por rojos y caviares, cumpla su rol de promotor y supervisor del cumplimiento de las leyes, entre ellas las laborales.
No más Castillos, Cerrones ni Ledesmas. Los peruanos queremos seguir comiendo pollo a la brasa, pan ciabatta y mantequilla. Y aquellos que no lo hacen ahora, lo podrán volver hacer solo en libertad.
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