Ayer escribimos sobre el papel de un sector de la Jerarquia de la Iglesia Católica, que no es sino de ser tonto útil o comparsa del comunismo.
Ello me hace recordar el papel que cumplió un sacerdote dominico en el desgraciado cambio en la vida de un prometedor joven.
A fines de los 60s estaba en boga la mal llamada teología de "la liberación " y en ese contexto la Universidad San Martín de Porres organizó un programa para jóvenes líderes para formarlos en "la lucha contra la pobreza". El mencionado joven fue uno de los participantes de ese "lavado de cabeza" a cargo del mencionado sacerdote.
Estos eventos no solo no tenían como resultado aliviar la pobreza de mucha gente sino crear sentimiento de culpa en jóvenes inexpertos e inculcarles "el odio de clases".
Cuántas vidas truncadas serán responsabilidad de gente como el mencionado sacerdote. Al poco tiempo el joven fue enrolado en un partido maoísta y abandonó todo sueño personal. Ese es trabajo del comunismo y de sus difusores.
Buscan difundir el odio, el colectivismo y a través de ingenuos, profundizar la pobreza para que ésta sea el caldo de cultivo.
Ver al comunista Castillo resaltar "el papel" de la familia es una burla. El comunismo lo primero que busca destruir la familia. Los hijos ya no forman parte del entorno familiar sino son "propiedad de la revolución". En regímenes comunistas se busca que los miembros de una familia no se deban ni amor ni lealtad sino se fomenta la delación incluso.
Que hoy comunistas como Castillo y Cerrón digan que buscan combatir la pobreza es una mentira inmensa.El comunismo solo busca profundizar no solo la pobreza material sino moral. Cuba y Venezuela es una muestra de ello y ante ello el silencio es complicidad.
Es hora que los católicos nos rebelemos contra la mentira, la complicidad y el odio que desgraciádamente algunos sacerdotes intentan desde diversas posiciones.
La Palabra de Dios representa una opción preferente por los más pobres pero no es vehículo de fomento de "la lucha de clases".
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