viernes, 21 de mayo de 2021

RETO A LA DEMOCRACIA

El terrorismo se preparó no menos de 15 años  en la clandestinidad, infiltrando todos los espacios que la Democracia Boba le permitió. En 1980 declaró la guerra al Perú. 

Tontos útiles "defendían el derecho" a la expresión y a la protesta, por cierto no pacífica.  Recordemos los tres años (1977-1980) en los que el Centro de Lima y las principales ciudades del Perú fueron epicentro de protestas violentas que atentaron contra los derechos de las mayorias so pretexto de reclamos laborales y sociales. 

Cuando estalló el baño de sangre (lo que el terrorismo llama "inicio de la lucha armada") y el terrorismo cometió salvajes atentados, asesinatos indiscriminados y destrucción, empezando por las zonas rurales. Luego vendría "el salto del campo a la ciudad".

Los terroristas que cayeron en un inicio fueron parte de lo que contempló a estrategia terrorista. Buscaron mártires " como la terrorista Edith Lagos a la que luego transformaron en un icono a seguir.

El terrorismo enfrentó comunidades campesinas contra otras, reviviendo conflictos centenarios. El Estado y el gobierno de entonces no supieron qué hacer y cuando se tomaron las primeras medidas, éstas no fueron lo suficiente contundentes. El terrorismo avanzó al igual que la crisis económica.

Los primeros detenidos lograron rápidamente la libertad "gracias" a la cobardía e incapacidad de un Sistema de Justicia y las cárceles se transformaron en centros de adoctrinamiento siendo tomadas por los propios presos.  Los terroristas las llamaron "luminosas trincheras de combate" y cuando el Estado intentó recobrar la autoridad sobre ellas se produjeron graves acciones como la retoma de El Frontón y las cárceles de Lurigancho y Santa Bárbara.

Lo que sucedió en los primeros 6 años antes que frenar el avance del terrorismo  sucedió lo contrario. Los atentados y asesinatos se multiplicaron. 

No tomar el toro por las astas desde un inicio hizo que eso sucediera. Hay un dicho muy claro, "una vez colorado, no siento amarillo". Algo similar ha pasado en los últimos 21 años.

Un sistema de "justicia" caviarizado desarmó las leyes antiterroristas y los tribunales sin rostro y con ello fueron juzgados de nuevos los cabecillas terroristas y condenados a penas más benignas permitiendo que hoy muchos ya estén libres.

A su vez el comunismo en sus diversas facetas volvió a infiltrarse en el Estado y desde diversos ministerios como Educación, Cultura, Justicia e incluso Defensa e Interior se organizó la guerra ideológica contra el Perú.  El terrorismo pasó a ser llamado "conflicto armado interno"; los terroristas, "luchadores sociales"; los héroes de la Pacificación, fueron juzgados y encarcelados y la Historia reescrita desde una comisión que propagó odio y mentiras. El "recodo" que significó la caída de los cabecillas terroristas fue tal como lo dijo en su momento el terrorista Abimael Guzmán.

La impunidad con la que actuó el terrorismo en los primeros años se replicó en estos años. Primero fue el MOVADEF y luego el FUDEPP, que al final son lo mismo y dan sustento a la candidatura del comunista Castillo.

La intolerancia y la violencia se ha manifestado sin embagues en esta segunda vuelta. Los opositores y la prensa contraria son golpeados y amenazados abiertamente. La Democracia Boba permitió la participación de partidos antidemocráticos y hoy varios de sus congresistas electos están abiertamente vinculados al terrorismo.

Es hora de enfrentarlos sin miramientos y con la fuerza de la ley. Lo dicho por el Almirante Jorge Montoya, congresista electo por Renovación Popular, no solo es necesario sino un imperativo. El comunismo debe ser proscrito y todo aquel que promueva propuestas subversivas deberá ser enfrentado con mano dura. La Democracia y las Elecciones deben ser para quienes crean ellas y no para quienes las consideran un vehículo para promover desde ellas la lucha de clases y servirse de ellas para implosionar nuestro Perú.

El Estado no puede seguir  siendo guarida de subversivos y menos el magisterio. Ni los colegios ni las universidades deben ser centros de adoctrinamiento subversivo y tampoco las diferentes manifestaciones culturales promotoras del comunismo. Laa oeneges tampoco deben ser instrumentos para financiar la subversión ni el odio y mentiras. 

La Sociedad deberá unirse en torno a una propuesta que combata a quienes pretenden su destrucción desde dentro fomentando muerte y aberraciones.

El derecho a discrepar y a la libre expresión deberá ser en el marco del respeto a la Constitución. Quién no lo entienda así deberá saber sin duda alguna que el Perú no tolerará a los subversivos, sus cómplices y tontos útiles.





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