Viene circulando en redes sociales un artículo del periodista Umberto Jara sobre el éxito del restaurante Central (considerado el mejor del mundo) así como el de otros tres, los que son considerados por la crítica especializada como "restaurantes top".
Al respecto Jara comenta elogiósamente -como tenía que ser- estos logros producto del esfuerzo y dedicación de sus dueños y de los equipos que los acompañan. A la par critica con dureza a aquellos que a través de diversos comentarios han desmerecido esta noticia producto de la llamada "envidia española", heredada -según Jara- por los peruanos.
Es cierto que ello se da con cierta frecuencia pero no debemos generalizarlo y menos achacar a "los peruanos" este vil defecto; que no aporta "ningún beneficio al envidioso". ¿O acaso seremos mejores o tendremos más por desear el mal o que alguien exitoso deje de serlo?
El exitoso o quien tiene una vida holgada debería ser ejemplo para esforzarnos. Ejemplos hay por millones; ahora mismo recuerdo a un amigo de la juventud, quien siguió los pasos de su padre y con trabajo hoy es un próspero empresario y líder en la industria gráfica.
Volviendo a la envidia y a los envidiosos, debemos señalar qué hay detrás, por ejemplo el virus del "odio de clases" inoculado en el Velascato. Por cierto aquel defecto no es "propiedad" de los zurdos pero sí podríamos señalar la correlación inversa entre el éxito y este defecto. Quizás esto se explique porque el que trabaja y se esfuerza no tenga tiempo para envidiar. También debemos aclarar que las virtudes y defectos no tienen ni sexo, raza o nacionalidad.
Respecto a Central, Virgilio Martínez, Pía León y su gente es sin duda una inyección de felicidad (y de incentivo para seguir adelante) para ellos y que alcanza a todo el sector de la gastronomía peruana. ¿Cuántos ciudadanos en el mundo sentirán curiosidad de probar la comida peruana e irán a un restaurante de comida peruana en Manhattan o en Madrid? ¿Cuántos restaurantes en el mundo querrán incorporar en su carta algún afamado plato de nuestra gastronomía? Ello hará que en el mediano plazo envíe al Perú a uno de sus cheffs a capacitarse y luego comprará ingredientes que se cosechan en nuestros campos.
Este éxito produce "un círculo virtuoso", "un win-win" y cuyos resultados ya se ven.
Ahora bien, que pocos puedan ir a un restaurante como Central no debe ser motivo de crítica sino de incentivo para que muchos más puedan darse "ese lujo" de pagar un ticket elevado, que responde a una estructura de costos (fijos y variables), un margen de utilidad, a una estrategia de crecimiento (reinversión de utilidades) y al costo financiero (y de oportunidad) que significó llevar a cabo el proyecto que fue Central (y tantos otros ) y ahora es una realidad.
Hablar de "precios altos" o "justos" es una de las tantas estupideces que se dicen "gracias" a la envidia y también ignorancia. Vivimos en un sistema de economía libre, regido por "la oferta y demanda" (con sus distorsiones). El precio de los bienes y servicios son fijados por esa ley que no puede ser "derogada" por los estatistas (y controlistas).
Si alguien fija sus precios y tiene demanda quiere decir que está en el camino correcto (como Central). Si de pronto las ventas de cualquier negocio bajan al punto de no poder cubrir costos (punto de equilibrio) entonces será momento de dar un golpe de timón y repensar su estrategia.
Finalmente, como ya lo dijimos antes, no es "pecado" ser exitoso; quizás lo sea si se hace una demostración exagerada de ello o pudiendo ser generoso, no se es.
El éxito y los exitosos mueven el mundo sino seguiríamos prendiendo fuego con dos piedras.
Y en cuanto a la envidia y a los envidiosos, no creo que sea un distingo del peruano. Había un dicho antiguo que decía "si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos habría". Por cierto no los hay y tampoco me ha tocado ver tantos "tiñosos".
Es hora de trabajar, de seguir los buenos ejemplos, desdeñar la envidia y el "maleteo" que es producto visible de ello y aportar para que el mundo sea mejor.
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