El domingo 16 de julio recordamos a los muertos y heridos producto del vil atentado terrorista en la calle Tarata en Miraflores. Los peruanos de bien los recordamos y encomendamos sus alma y por su salud respectivamente.
¿Y qué hicieron los caviares? Nada. Cómo si nada hubiera ocurrido. Ellos con su asolapada simpatía y su cobarde silencio también son responsables del accionar terrorista. ¿O acaso nos olvidamos cómo "pasan por agua tibia" lo qué sucedió en nuestro país. Lo llaman "conflicto armado interno" y se niegan a referirlo como "guerra antiterrorista.
Qué mejor ejemplo de ello es cómo titulan en el informe de la mal llamada "comisión de la verdad y reconciliación" a los luctuosos sucesos de hace 31 años ("la batalla por las barriadas de Lima: el caso Villa El Salvador", en cuya primera página dicen que la razón para instalar bases militares era "supuestamente" para proteger a la población. ¿Supuestamente? Qué asco!
El sesgo ideológico es notorio y el lenguaje que se usa es abiértamente parcializado y por ende cómplice del accionar subversivo.
Señalar ello es "terruquear", según los que buscan el olvido" y actúan en apoyo de cualquier algarada subversiva como las sucedidas tras la caída del golpista y genocida Vizcarra hasta aquellas que se llevaron a cabo tras la vacancia del golpista y ladrón Castillo.
El libreto es conocido y proviene de las fuentes del Foro de Sao Paulo con el sustento ideológico del marxismo cultural del Grupo de Puebla.
Mañana estamos frente a otro intento de la antiPatria que busca crear el caos vía la violencia y la muerte.
Esta vez no estamos en el mismo escenario de las semanas posteriores al 7 de diciembre del 2022. Los violentistas que usan los métodos del terrorismo urbano están advertidos. Ante cualquier intento de "prender la mecha de los cartuchos de dinamita" encontrarán a una ciudadanía representada por sus FFAA y su Policía Nacional.
Guerra avisada, no mata gente y si la mata, por babosos¡
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