A lo largo de la vida todos tenemos altas y bajas; situaciones que ponen a prueba nuestro temple, nuestra Fe.
Mucho recuerdo las agallas de mi madre, quien como buena chalaca supo enfrentar una enfermedad mortal que terminó con su vida tras 22 meses de conocerse.
Nunca la vi quejarse ni maldecir su suerte. Entendió que así eran los designios de Dios; sin embargo a lo largo de esos meses supo prepararse para el camino que le tocaría transitar hacia la Vida Eterna. Pese a todo no le faltó el consuelo de la Oración y las provisiones que le permitieron vivir hasta el 4 de marzo de 1998.
Hoy nos toca afrontar una dolencia, de la que he tomado conocimiento hará cuatro días pero cuyos síntomas se preveían. Lamentamente la cita médico en un centro médico estatal llegó algo tarde pero aún así estamos en la lucha; con Fe en Dios y en los conocimientos de los médicos que les toque ver mi caso y a los avances de la medicina que les permita darles la posibilidad de mantenerme con visión.
Felizmente no estoy solo. He recibido el aliento, la solidaridad y las promesas de oración de muchos amigos, así como he sido objeto de la generosidad -no solo de ahora sino de mucho tiempo- de quienes saben compartir no de lo que les sobra sino de lo que tienen. Decía Don Bosco que "nadie era tan rico como para no necesitar algo; ni tan pobre como para no dar algo al prójimo".
Debo reconocer que tengo temor de lo qué pueda pasar pero recordemos aquella frase; "si Dios está conmigo, qué he de temer".
Se inicia una nueva etapa que pondrá a prueba de lo qué estoy hecho. Entre tanto y mientras pueda seguiré luchando por lo que creo. El Oráculo de Don Tribi sigue adelante. Nadie ni nada nos callará; cómo dice el lema; "feroces pero cuidadosos".
Seguimos adelante¡ Gracias a todos los que están conmigo en esta hora difícil.
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