sábado, 26 de agosto de 2023

PONIENDO LAS BARBAS EN REMOJO

 


La reciente condena a 22 años 5 meses al ex congresista Urtecho, a dichos de algunos es una exageración y para otros es un ejemplarizador castigo.

El conjunto de delitos por los cuales se le ha condenado tienen que ver con una "costumbre" no tan reciente, bautizada como "mochar sueldos"; vale decir que bajo coacción apropiarse de parte de los sueldos de los trabajadores asignados a su despacho, contratados y pagados con recursos públicos.

Esta condena, bastante dura, pondrá en alerta a varios de los actuales congresistas acusados del mismo procedimiento delictivo. ¿Pondrán sus barbas en remojo o pensarán que podrán gozar de la impunidad que les da ser parte de una "bancada miserable" pero que la necesidad de sus votos hace que "no pase nada"; como decía Humberto Martínez Morosini.

La justicia tardó, más de una década, pero llegó para Urtecho y su esposa cómplice. Sin embargo no llegó para sus trabajadores que consintieron la apropiación de sus sueldos. ¿Cuántos de ellos fueron parte de esto pués lo que percibían -pese a "la mochada"- era mucho más de lo que recibirían en otro trabajo?

Lo que sucedió fue perverso; tal cómo sucede hoy en día. Después de una inicial aceptación, varios de los perjudicados con el recorte de sus sueldos -bajo diversas modalidades- han terminado acusando a los "mochasueldos".

Lo sucedido con Urtecho y la continuidad de un accionar delictivo deben llevar a una profunda reflexión. Muchos de los congresistas implicados tienen un pasado oscuro por lo que su elección es responsabilidad de quienes votaron por ellos.

Esta vez -afortunádamente- la noticia sobre la condena de Urtecho no vino sola. La Justicia "se hizo otra". Anteayer fue condenado un ex trabajador "de confianza" de la congresista Susel Paredes. Esta vez, un miserable violador de menores de edad ha sido condenado a cadena perpetua. ¿Qué responsabilidad ha tenido Paredes? El violador -que dice ser una "mujer transgénero"- ha sido por mucho tiempo una persona de entera confianza de la mencionada congresista, habiendo trabajado en diversas oportunidades muy cerca a ella. 

Paredes, en el mejor de los casos, tiene la responsabilidad de haberlo "potenciado" y no haberse percatado de su execrable conducta

¿Creemos que de pronto surgió en el abusador esa insana conducta? ¿Alguien le hizo siquiera un examen psicólogico a lo largo de la vida laboral de ese sujeto al lado de la congresista Paredes?

Creemos que mínimo esta congresista debió pedir perdón por el dolor causado debido a su desprolijidad a la hora de darle su entera confianza. 

Aún seguimos esperando una sincera disculpa y no, "una lavada de manos" oportunista.

Ojalá que el Congreso sufra una milagrosa transformación que permita limpiarse de corruptos -por angas o por mangas- y de sujetos como el sentenciado violador.

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