No es de ahora sino de siempre. Los que cuestionamos la posición de Acción Popular respecto a su apoyo a este gobierno incapaz y corrupto, no podemos dejar dejar de repasar la historia.
Quienes pertenecen a la dirigencia de este partido tienen la responsabilidad de no obrar contra el proceder de sus congresistas, quienes instigados por un grupo de militantes como Lescano han desvirtuando la esencia de un partido que se dice "democrático".
Pero esto no viene de ahora. Su fundador Fernando Belaúnde apoyó y promovió el golpe militar en 1962 que impidió el triunfo de Haya de la Torre, algo que habría intentado hacer tambien en 1979 en plena transición democrática llevada a cabo por el General Morales Bermúdez, a la sazón Presidente de la República.
Para aquellos que se sorprenden, no es de ahora que Acción Popular sea vientre de alquiler de comunistas o de personajes allegados a ellos. Lo fue a finales del primer gobierno de Belaúnde cuando incluso esa ala llamada termocéfala se desprendió de AP y formó lo que llamaron "Acción Popular Socialista" (luego Acción Política Socialista). Antes había "procreado" al comunista Ricardo Letts.
Pero la responsabilidad política de AP no se circunscribe a lo político sino a su gestión cuando fueron gobierno. Belaúnde en su primer periodo (1963-1968) terminó en medio de un desastre económico y moral. La crisis económica y los escándalos de corrupción terminaron con el golpe que dio origen al Velascato. No olvidemos también que en este periodo (1965) ocurrió un movimiento subversivo comunista, génesis del baño de sangre de los 80s.
El segundo gobierno de Belaúnde fue una repetición del desastre de los 60s. El transitorio Paniagua dio origen a la presencia decisoria del caviaraje y a Merino de Lama le faltó coraje para sostener el mandato recibido del Congreso y abrió las puertas para el proceso que terminó con el ascenso ilegítimo del comunista Castillo y su proyecto castrochavista.
Acción Popular era un movimiento casi extinguido hasta que un golpe de suerte circunstancial le permitió obtener importantes bancadas congresales tanto en el 2020 como el 2021. Sin embargo nunca "sus triunfos" tuvieron un sustento ideológico y programático. Acción Popular siempre fue un partido "malaguoso". Amparados en un lema, "El Perú como Doctrina", construyeron un edificio sin columnas en un terreno pantanoso. Un dato no poco importante es la lucha fraticida (1980-1985) entre un sector pro mercado encabezado por Manuel Ulloa y otro populista por Javier Alva. Ello impidió cualquier cambio profundo que terminara con el estatismo heredado del gobierno militar.
Hoy Acción Popular desde el Congreso es el gran lastre que impide el término de la infame presencia del castrochavismo en Palacio de Gobierno. Incluso es lamentable la falta de coraje de una de sus militantes, hoy Presidente del Congreso, para encabezar desde el Congreso la lucha frontal contra el comunismo.
La traición contra el Perú y la Democracia no es de ahora. Es hora que la ciudadanía le extienda a AP su partida de "defunción política".
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