Hay un dicho antiguo que gráfica la esperanza que aún se respira en un Perú en crisis.
"Cuanto más oscura es la noche, más cerca está el amanecer". Estamos creo en ese punto; como cuando en julio de 1990 solo quedaba pedirle al último que se iba del país que apagara la luz. En aquellos años éramos un país en quiebra económica, social y política; cercado por las hordas terroristas, mentoras ideológicas de los que hoy nos gobiernan, para desgracia del Perú.
Sin embargo el Perú resucitó hasta que una parejita de aventureros dió el Play de Honor del regreso al pasado que hoy vivimos.
Han pasado casi once meses del día que el proyecto castrochavista empezó a moverse "gracias" a unas elecciones amañadas. El Perú está en manos de incapaces, corruptos y violentistas. Han avanzado pero no como ellos hubieran querido. Sin embargo quienes nos hemos opuesto a ellos tampoco hemos hecho lo suficiente para frenar el avance rojo.
Ayer en la noche hemos sido testigos de algo que empezaría a confirmar que el hedor de la podredumbre proviene de Palacio de Gobierno y no de un desagüe en problemas. Agobiados por una serie de denuncias, este último escándalo sería el que ponga las cabezas de los comunistas en la bandeja de la justicia.
Esta gavilla no puede estar un día más en el gobierno. El Congreso con el apoyo de las instituciones tutelares y la ciudadanía debe dar por concluída esta farsa.
Castillo y sus cómplices deberán pagarla.
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