Hemos llegado a un punto en el que pareciera que estamos camino a lo inevitable; a la destrucción del Perú.
Converso con mucha gente harta de todo e incluso resignada a someterse al poder de una gavilla comunista. Otros hablan ya de irse. Algunos que deberían actuar, no lo hacen y quienes no deben callar, callan.
Marchamos contra el fraude y desde el inicio de este desastroso desgobierno; sin embargo los que lo hacemos no somos todos los que deberíamos ser, sin desconocer el esfuerzo y valentía de los que están presentes en cada convocatoria.
Me niego pensar que el miedo, el interés personal y la apatía al fin de cuentas lleguen a cundir y permitan que el castrochavismo se apodere del Perú.
Lo de ahora no es reciente. Es producto de años de envenenamiento cultural y educativo, es producto de la destrucción del tejido social producto de la informalidad y del llamado "alpinchismo".
Es la traición de la clase política y la presencia -con la complicidad de tontos útiles- de sectores comunistas y caviares. No olvidemos que "le debemos" a Cuba dos movimientos subversivos (tipo guerrilla) en los años 1962 y 1965, cuyos restos fueron parte de las organizaciones terroristas de los 80s y 90s (Molinos es un ejemplo). Hoy es evidente la injerencia caribeña en la vida de nuestro país.
La estupidez estatista se la debemos al Septenato, a la incapacidad del belaundista para desmontar tanto las estructuras económicas supérstites al inicio de los 80s y peor aún las mentales (el estatismo, el mercantilismo y el populismo) y no qué decir del primer gobierno de García.
Sin embargo lo peor es la influencia comunista y caviar en el magisterio, en las universidades y en todas las manifestaciones culturales.
La inacción y la falta de civismo no es casualidad; a muchos les da igual u optan porque "otros luchen por ellos". Muchos empresarios creen que mejor es "acomodarse" y sacar prebendas en "un toma y daca" mercantilista.
Los "niños y muchachos" son la expresión más vil de la "política", de esa que es rechazada pero que aún no tiene una contraparte fuerte y unida. Los que dan batalla y ponen la cara son pocos pero son. Son parte de esa Vanguardia Democrática, de la cual ya me he referido y requerimos con urgencia. Basta de los bocones que alardean ser "bravos" y se acomodan; de los cobardes que se esconden en la abstención, de los que negocian lentejas, frejoles y otros granos, de los tontos útiles que fungieron de garantes y son cómplices asolapados y de estentóreos juramentos vistiendo mandiles rosados.
Si tras los enésimos escándalos y delitos en los que estaría sumido el comunista Castillo no reaccionamos, qué más tendría que pasar en el Perú para vacarlo por incapaz moral.
Basta ya¡
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