Cada cierto tiempo surgen diversos estudios de opinión que concuerdan respecto a las cifras de rechazo de la población a un "gobernante" probadamente incapaz y seriamente implicado en cuestionamientos de diverso índole.
Sin embargo pese a ello, ¿por qué la ciudadanía no se moviliza masivamente en protesta por la permanencia del comunista Castillo?
¿Por qué una denuncia de plagio de su tesis de Maestría no obligó a su renuncia o vacancia? ¿Por qué el nombramiento de cuestionados altos funcionarios no tiene como correlato que se le vaque por evidente incapacidad para dirigir los destinos del Perú?
¿Qué cáncer ataca la moral de una Nación que pese a estar mayoritariamente en contra (según las mencionadas encuestas) no se indigna con mayor fuerza frente a la incapacidad y corrupción?
¿Por qué en el Congreso, pese a todas las evidencias, no vaca a Castillo? ¿Qué intereses y cálculos políticos subyacen y no permiten la fumigación moral de nuestra Patria?
¿Cómo un plan que busca destruir al Perú no es enfrentado por los empresarios, los altos mandos de las FFAA y por quienes desde el púlpito instan a sus feligreses a actuar bien?
¿Por qué no vemos movilizada masivamente a la ciudadanía para enfrentar a este desgobierno? ¿ Por qué no surge un liderazgo fuerte que represente a todas las posiciones democráticas? ¿Hasta cuándo veremos andar libres a corruptos que han saqueado el Perú en estos últimos 60 años?
Quizás la respuesta que surja tenga que ver con la falta de valores morales que hacen que la corrupción y otras pestes sean aceptadas de manera asolapada. No en vano el Perú es informal en más de un 70% y las muestras de poco civismo se reflejan en la vida diaria.
Ninguna encuesta ha mostrado fehacientemente qué nos une como Nación y es preocupante que dos de las pocas cosas que nos une son el gusto por la comida o una selección de fútbol.
Un detalle del que pocos se han referido es la indiferencia de jóvenes amantes del K-Pop que miran indiferentes las marchas de protesta contra este desgobierno que avanzan por la Av. 28 de julio. Mientras cientos de ciudadanos reclaman por un futuro mejor, otros tantos jóvenes están bailando o cantando, en tanto el Perú se desmorona.
En el Perú el clientelaje siempre ha existido pero hoy con mayor fuerza. Miles de empleados públicos, muchos de ellos sin mayores pergaminos para ocupar el cargo, son la cuota de poder de gobiernos incapaces; mientras millones esperan una burocracia más eficiente que solucione los múltiples problemas que los aquejan. Dinero por mucho tiempo no faltó.
Ni qué decir de aquellos medios de comunicación que se mueven al son que le tocan los gobiernos de turno a cambio de jugosos contratos de publicidad o de oeneges que cobran millonarios contratos por asesorías y consultorías inservibles mientras aprovechan para difundir agendas aberrantes.
¿Qué decir de los miles de estudiantes en todo nivel que reciben una educación de ínfima calidad? Ellos son el "futuro" del Perú, por cierto un pobre y triste futuro.
¿Hay futuro en el Perú? Esperemos que sí. No podemos darnos el lujo de ser pesimistas.
El Perú urge de un shock de decencia y de eficiencia ¡
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