En los albores de la República el Perú fue el botín de aventureros y de caudillos, víctima de pequeños intereses, de capillas. Después de ser una inmensa Catedral nos convertimos en una tierra de nadie.
Tuvieron que pasar casi 30 años para que emergiera la figura del Mariscal Castilla, que desgraciádamente no llegó a tener una continuidad. Las consecuencias la pagamos años más tarde en la guerra con Chile y los años de la postguerra donde otros caudillos se creyeron con derecho a gobernar el Perú.
El destino de nuestro país es producto de sus gobernantes y de quienes los eligieron. Cuando debimos elegir a Beltrán, elegimos a Belaunde y tras 12 años de gobierno militar (incluído el fracasado proyecto del velascato) debimos elegir a Bedoya, pero volvimos a elegir a Belaunde. No aprendemos la lección de la Historia y con vocación suicida nos entregamos a los brazos de incapaces.
Tras el desastre de los años 80s surgió milagrosamente un casi desconocido nikkei que logró algo que parecía imposible; resucitar a un Perú en UCI a punto de ser un Estado fallido.
Quedó demostrado que la Democracia a secas no funciona en el Perú. Entonces y ahora la receta era y es un gobierno democrático de "transición" que sentó y siente las bases de un Nuevo Perú, que reconstruya el tejido social y sus instituciones, que formalice el 70% que no lo está y que con Objetivos Nacionales claros transforme el caos en un país donde las futuras generaciones vivan cumpliendo sus deberes y con pleno goce de sus derechos.
Hemos llegado a un punto que ya nada nos sorprende; las raterías y el saqueo de nuestra Patria desde hace más de 20 años no nos indigna y pareciera que los Castillo, Silva, Pacheco, López, los dinámicos y otros no caerán y el mal triunfará.
No olvidemos que no solo la corrupción corroe las bases de nuestro Perú; a ello se suma el narcotráfico y otras modalidades delictivas y la vigencia de los herederos ideológicos del terrorismo de los 80s y de los 90s y aquellos que promueven agendas aberrantes.
Sin embargo no caigamos en la desesperanza. No olvidemos que el Perú pese a todo es un país bendecido donde florecieron civilizaciones inmensas y vidas santas.
No será fácil. Necesitamos una fumigación con mano firme y donde exista autoridad y se ejerza sin temor. Basta de intereses mezquinos, de mercantilistas y de corruptos que sigan destruyendo nuestra Patria. La corrupción de antes asolapada ha sido reemplazada por una descarada. De Lava Jato hemos pasado a los Lagartos Chinos y poco se hace para combatirlos. Ningún corrupto está en cárcel. Si en el colmo de las cosas pagaremos 180 mil soles para "la defensa" del corrupto ex presidente Toledo. La "democracia boba" en su máxima expresión.
Si la salida nos deba exigir transitar por caminos alternativos; así debemos hacerlo. Sin temor a aquellos que se llenan la boca de "democracia" y lo único que buscan es seguir viviendo a costa de ella.
El Perú demoró 51 años en tener un presidente civil; hemos pasado por dos militarismos, tras 12 años volvimos a elegir a un Presidente y desde ahí lo hemos hecho por 42 años, incluyendo por cierto a Fujimori. Hoy no necesitamos otro militarismo sino un Gobierno de Reconstrucción Nacional con la participación activa de unas Fuerzas Armadaa que haga realidad su Juramento de servir a la Patria.
PS Reflexiones plasmadas tras las siempre valiosas tertulias con mi Hermano George.
Pepito, tu artículo es la triste realidad de lo que pasa actualmente en la sociedad peruana. El primer Estado botín, estuvo integrado en tu totalidad por presidentes militares, en el período del primer militarismo. Ahora está integrado por presidentes civiles, elegidos por el pueblo. Vemos como de descarada saquean las arcas del Estado, colocan a sus sobrinos y amigotes en cargo claves, para robar y saquear al pueblo peruano. Este segundo Estado botín, nace de la democracia imperfecta que tenemos y acá si, todos somos responsable.
ResponderBorrarBen apunte. Muchas gracias por el comentario
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