Un día como hace 142 años sucedió un hecho infausto en la historia de la ciudad de Lima. Tras la heroica defensa en Miraflores y en otros reductos el invasor chileno entró a Lima, ocupación que duró hasta el 23 de octubre de 1883.
Tamaña afrenta no solo significó un baldón sino originó que heroicos peruanos murieran a manos del invasor, a quienes la ciudad les recuerda con sendas cruces en la esquina de Rufino Torrico y Garcilazo de la Vega y en jirón Junín, al costado del colegio Santo Toribio de Mogrovejo, por citar dos.
Trágico momento que sucedió ad portas de recordar la fundación de la ciudad de Lima, tal cual sucede hoy en día en el que la ciudad afronta momentos dramáticos por las amenazas de elementos violentistas que pretenden sembrar el caos en la capital.
Es hora que la ciudadanía se una como lo hizo para hacer frente a los enemigos de la Patria en la Guerra del Pacífico. En aquellos años civiles y militares dieron su cuota de sacrificio, incluso con su vida. Hoy ante el ataque del castrochavismo expresado en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla millones de peruanos han alzado su voz para enfrentar a los violentistas y secesionistas.
Es hora que saquemos lecciones del pasado. La división entre los peruanos originaron la derrota en el siglo XIX y tras lo acaecido en los años 80s y 90s del siglo pasado, se logró derrotar militarmente a las organizaciones terroristas. Sin embargo hoy volvemos a afrontar los peligros de estar al borde del precipicio que podría hacer inviable al Perú.
Frente a ello es hora que el lema "Pueblo-Fuerza Armada" vuelva a tener vigencia, esta vez para preservar la Democracia como sucedió el pasado 7 de diciembre del año pasado. Pero ello no es suficiente. Será importante que no solo que el Sistema Legal se ponga al servicio del Perú sino que el Congreso como la Defensoría del Pueblo así como las diversas instituciones lo hagan. No es posible que la mencionada Defensoría o una congregación católica como los Jesuitas adopten una posición vergonzosa frente a la violencia terrorista y en vez de condenarla terminen poniéndose en contra del accionar de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, a quienes se les hace responsables de los muertos en las algaradas comunistas y no a los promotores de éstas.
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