Cuando en el hemisferio norte gozan y sufren con el extremo verano, nosotros empezamos a sentir frío o al revés; cuando el verano arrecia en el sur del planeta, Nueva York se muere de frío.
Por cierto nadie está contento con nada. Cuando tenemos calor queremos friecito y cuando el invierno baja hasta 11 grados en Lima, no pocos reclaman algo de calor.
Así somos, ni chicha ni limonada o nunca estamos contentos con alguna medida gubernamental. Cuando se pone fuerte, algunos rojimios hablan de "gobierno cívico-militar" o cuando la violencia subversiva se desborda no pocos reclaman "mano fuerte".
Sin embargo cualquier decisión que se tenga que tomar, hay que hacerlo en el momento oportuno. Como dice un antiguo dicho, "más vale un colorado que ciento amarillos". Eso pareció que no lo escucharon alguna vez la Presidente Boluarte o su Primer Ministro Otárola. Anteayer tarde pero al fin, se dieron cuenta que debían movilizar a las Fuerzas Armadas para parar la algarada terrorista. Incluso un eterno "combatiente" bajó la lanza y en un arrebato de emoción dijo que esto podía hacer que a Boluarte podría condiderársele "la mejor Presidente de la historia" (sic). Tranquilo jugador; primero escucha a los que saben como Fernando Rospigliosi que expone con meridiana precisión sus dudas sobre un gobierno muy blando y timorato, las mismas que suscribo. Comparto esas dudas más aún que la Fiscalía aún no actúa con la celeridad que se requiere para acusar a los cabecillas, financistas, ideólogos, cómplices y tirapiedras de primera línea; menos aún no conocemos aún cuántos delincuentes que bloquean carreteras han sido ya condenados en flagrancia y menos cuántos ex prefectos y gobernadores han sido detenidos por coordinar las acciones subversivas ni por supuesto cuántos "congresaurios" comunistas han sido desaforados por alentar a los terroristas. Peor aún "diplomáticos" siguen oficiando de estrategas de la subversión sin que los botemos a patadas.
Es cierto que más vale tarde que nunca pero cuando se toman decisiones hay que apretar el acelerador, más aún en los momentos que vivimos. Tibiezas y voces tristes y lastimeras no sirven para combatir al terrorismo comunista; peor aún si a cada rato se arrodillan para pedir perdón o para rogar "diálogo".
Con el terrorismo no se dialoga; ni nos confiemos en un comunista.
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