Desde hace varios años atrás se ha venido promoviendo no la unión ni la reafirmación de puntos de encuentro sino el reconocimiento de "la diversidad" para a partir de ello buscar la desintegración de la Patria, la destrucción de la Familia y la quiebra de los valores comunes que unen una Nación.
Hoy lo vemos en Puno en donde se promueve a una etnia y su cultura con fines de separarlos del Perú tal cual propugna el narcoterrorista boliviano Morales con la creación de "una nación aymara" (runasur").
Por cierto no se busca el reconocimiento dentro de un todo sino la búsqueda de una diáspora, que cada quien "hable su idioma" en contraposición de la unión de una Nación a través de una lengua. Un ejemplo de ello -y de larga data- es lo que pasa en España (vascos y catalanes) o más cerca, en Bolivia, un país fracturado y a punto de partirse.
Detrás de esto están agentes extranjeros que responden al Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla con el financiamiento de actividades ilegales, las que tras la caída del ladrón Castillo vieron perder la posición que habían logrado. Sino, ¿de dónde salen los recursos para movilizar unos cuántos de miles? ¿Haciendo polladas?
Está claro que el Perú es el primer país que tras caer en las garras del castrochavismo logró sacudirse y empezar el camino del desmontaje de este proyecto mafioso. Esto no lo pueden permitir quienes buscan capturar al Perú; es por ello que vemos hoy en día el contraataque subversivo.
Sin embargo para enfrentarlo no se avanza con la firmeza y rapidez que se debe. La Presidente Boluarte no toma decisiones que deberían haber sido tomadas inmediatamente tras el 7 de diciembre pasado.
La violencia subversiva que usa métodos terroristas (incendios, saqueos, toma de carreteras y el caos) tiene demasiadas ventajas. A la fecha no sabemos quiénes son los cabecillas y menos aún son detenidos. Aquellos que dicen que "todo está controlado" no solo mienten sino que ponen en duda de qué lado están, ¿con el Perú o contra el Perú?
Importantes actividades económicas están casi paralizadas (minería, agroindustria, transporte de pasajeros y de carga y turismo) en muchas regiones poniendo en riesgo nuestra economía. ¿Qué esperamos para frenar a la subversión?
Un país sin paz social y orden se convierte en inviable. Una mínima parte de la población no puede poner en entredicho nuestra continuidad como Nación chantajeando en la búsqueda de "una nueva constitución" que lo único que traerá es hambre y miseria.
Ya es hora de parar en seco la algarada comunista. Por la razón o por la fuerza que emana de un Orden Constitucional. Si unos pocos quieren comunismo que se vayan a Cuba, Venezuela, Bolivia o Nicaragua.
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