Ayer la Presidente Boluarte volvió a reestructurar su gabinete tras la renuncia de dos de sus ministros y el cambio en la importantísima cartera del Interior (tercero en 37 días).
Tras ello, esta vez puntualmente, dio un Mensaje a la Nación. De cal y arena. Lo más importante fue negar que iría a renunciar al cargo, algo que circulaba como rumor. Lima, "la eterna ciudad de las bolas (rumores)". Sin embargo siguió con el tono lastimero, lloroso; con el estúpido lenguaje "inclusivo" (todos y todas); volviendo a repetir la monserga de los 200 años (olvidando lo que sucedió entre 1990 y el 2016) y pidiendo perdón por unas muertes, cuyos responsables son los terroristas comunistas y no el Estado peruano que jefatura.
Si bien aclaró que las exigencias de sectores subversivos no pueden ser resueltas desde la Presidencia de la República, no fue suficientemente clara para condenar el objetivo de éstas, el cual no es solo el caos per se sino la ruptura del Orden Constitucional y la destrucción de las bases de la República. Boluarte equivoca al señalar que lo que vivimos es producto de reclamos políticos-sociales, menos de reinvidicaciones de necesidades "de 200 años"; sino que alguien diga un reclamo de alguna obra de necesidad pública en Puno, Cusco, Apurímac, Ayacucho, Madre de Dios, Huancavelica, Moquegua, Tacna, Ica y Arequipa que los subversivos reivindiquen.
Boluarte se arrodilló para pedir perdón pero ni una referencia a la Policía Nacional, a la que manda al sacrificio sin un mandato claro ni con la logística necesaria; ni tampoco al de las Fuerzas Armadas. La Presidente reconoce la participación de elementos extranjeros y violentistas "peruanoides" sin embargo no da señales claras para combatirlos y llama al "diálogo". ¿Con quiéne si ella misma reconoce que una comisión de "alto nivel" fue ninguneada en Puno? Nadie dialogó con ellos, incluso ni el gobernador regional, socio y cómplice del violentismo separatista.
No podemos negar que hay muchas necesidades insatisfechas en todo el Perú, pero no olvidemos tampoco el quiebre de nuestro ascenso en el 2011 ni tampoco la inacción, incapacidad y corrupción de gobernadores regionales y alcaldes, quienes en un gran porcentaje en vez de hacer obras, robaron a manos llenas. Que no nos vengan a reclamar nada los violentistas que destruyen todo a su paso como sibcon eso van a ayudar a salir de la pobreza a muchos peruanos.
Recuerde Presidente Boluarte, el Perú no necesita voces quejosas ni menos "manos Nivea" sino voz firme para dar órdenes, mano dura para enfrentar a los enemigos de la Patria y un norte claro para volver a conducir al Perú a un mejor puerto. Saludamos que pese a todo no ha cedido a las presiones del comunismo y la caviarada y siga al frente del Perú, pero no olvide que no es tiempo de concesiones y menos a sus ex compañeros de ruta; hacerlo no solo significará su ruina sino la del Perú.
Finalmente Presidente Boluarte, las elecciones del 2024 son un imperativo pero en otras condiciones, no con las que posibilitaron el fraude que eligió al ladrón Castillo y de cuya fórmula fue usted parte. Lo que se haga o deje de hacer será lo que posibilite una salida a la actual crisis tras la Transición que preside o profundizar la crisis que vivimos desde el 2016.
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