Desde el día de ayer rige la prohibición para que se realicen manifestaciones en un área de 10.32 km2 en el Centro Histórico. Bueno fuera que éstas hubieran sido tales y no el vandalismo que la ciudad tuvo que afrontar por varias semanas y cuyo costo debería ser asumido por todos aquellos que han participado en esta algarada terrorista.
Con total impunidad hordas de subversivos terroristas han destruido bienes privados y públicos, incluyendo el incendio de un inmueble histórico. No solo hubo pérdidas materiales sino empresas de todo tipo perdieron millones de soles al no poder atender a sus clientes y ni qué decir de las horas-hombre perdidas por las congestiones así como los miles de soles perdidos por el combustible consumido en exceso.
Era increíble la inacción del gobierno de turno para frenar la algarada comunista. Importantes avenidas fueron convertidas en campos de batalla, sus veredas destruidas y las áreas verdes arrasadas por terroristas acompañados por cientos de cómplices asalariados. Importantes plazas como la San Martín, 2 de Mayo y las adyacentes al Parque Universitario fueron convertidas en comederos, letrinas y hasta "hoteles".
Sin embargo, gracias a la firmeza del Alcalde Rafael López Aliaga, Lima vuelve a ser respetada no solo por sus habitantes sino por connacionales que la visitan y por quienes con el pretexto de "protestar" la han vandalizado. Todos son bienvenidos pero les exigimos respeto y cumplimiento de la Ley. Que se dejen de estupideces y "narrativas" de "discriminación y racismo".
Escuchar a algunos impresentables decir que los parques y jardines públicos podían ser usados como les diera la gana era una afrenta a Lima y a los limeños. Qué lejos estamos del respeto a las normas y al entender que antes que exigir derechos, estamos obligados a cumplir primero con nuestros deberes.
Frente a lo dispuesto por la Municipalidad de Lima surgen voces que pretenden argumentar que ello atenta contra "el derecho al libre tránsito" algo que por cierto constituye una verdad a medias. Todos podemos transitar por los espacios públicos pero sin causar daño y desorden y menos que ello produzca enormes perjuicios para millones de habitantes de la ciudad
A los subversivos terroristas no hay que darles un milímetro de ventaja. De la mano de López Aliaga Lima volverá a ser la señorial ciudad que fue hace muchos años. Que incapaces alcaldes del pasado no vengan a vendernos humo ni "pastillitas para levantar la moral" (¿de qué moral puede hablar un cómplice del ladrón comunista?).
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