Por mucho tiempo el afamado caricaturista Alfredo Marcos publicó en el diario de Jirón Camaná una historieta cómica llamada Los Calatos, uno de cuyos personajes era "el hombre que no podía irse", que finalmente se fue coincidentemente cuando se supo que Marcos trabajaba para el Estado en los años del segundo gobierno aprista. ¡Qué horror! dijeron algunos, que luego se supo, no tuvieron empacho alguno de trabajar para otros gobiernos. Esa es la "conciencia de quienes se reclamaban ser referentes morales" y hasta hoy pasan sus recibos de honorarios o facturas a diferentes gobiernos.
Lo cierto que "el hombre que no podía irse" se fue aunque no quisiera. ¿ De igual forma se irán los congresistas que valiéndose de cualquier razón o sinrazón hasta el día de hoy han asegurado sus frejoles hasta por lo menos julio del 2024, salvo error u omisión?
Pero como estamos en Perú nadie sabe qué pueda pasar horas más tarde; sino pregúntenle a PPK (renunciante sin quererlo), Vizcarra (vacado sorpresivamente), al efímero Merino de Lama, al caviar Sagasti o al "golpista monse", el ladrón Castillo. En el Perú se sabe la fecha de inicio mas no la del final (cuando efectivamente sucederá); por más que la Constitución diga que los periodos presidenciales y congresales duran cinco años.
Así debería ser pero las algaradas subversivas, las presiones del caviaraje y hasta errores tan estupidos como el golpe del ladrón cambian el panorama en un triz.
Esta semana que empieza hoy 6 de febrero nos trae consigo una serie de eventos que aparentemente están condenados al fracaso como los intentos por acortar el mandato de Dina Boluarte y el de los 130 congresistas. Uno es el intento de censurar la Mesa Directiva del Congreso con el objetivo de cerrarle el paso al General Williams en caso la Presidente Boluarte renunciara y el otro, amarrado con el primero, el intento de vacar a la propia Boluarte.
Ambos sucesos son parte de un tinglado que ha empezado con la renuncia de la segunda presidente del Congreso, la auto nombrada digna, la congresista Digna Calle, que en su momento fue fan del ladrón comunista (y presuntamente topo a su servicio).
Pero todo esto pasa por tener los votos suficientes y no siempre la razón; aunque los comunistas no tengan ni unos ni otros , tal como se demostró tras su fracaso para imponer una Asamblea Constituyente a imagen y semejanza del castrochavismo.
Lo único cierto es que seguimos en medio del caos, de la incapacidad (¿a la par de complicidad?) de la Presidente Boluarte para frenar a la subversión comunista y menos aún siquiera a gobernar. Ante este panorama queda la salida Constitucional de su renuncia o vacancia. Insistir en el acortamiento del mandato abre "la caja de pandora" que podría traer consigo que no se hable de acortar mandatos sino en un futuro cercano de alargarlos con plazo indefinido, como sucede en el país-cárcel desde hace 64 años y al que una perfecta estólida se refiriera como "el país feliz".
Sin embargo debemos tener en cuenta que volvemos a estar en momentos excepcionales (como en el 2000) que traigan consigo salidas excepcionales como serian tanto el acortar el mandato de Boluarte como el de los congresistas, mandato que en teoría es irrenunciable.
Entonces si no nos sonrojamos en plantear esas salidas, por qué tendríamos que hacerlo tras la salida de Boluarte si nos planteamos un periodo de Transición que dure el tiempo que sea necesario para pacificar el Perú, ordenar y fumigar el Estado y proponer una agenda mínima, cuyo cumplimiento ponga fin a ese gobierno transitorio y dé paso a un gobierno de Reconstrucción Nacional cuyo periodo vuelva a ser el que manda la Constitución.
Así como la ciudadanía aceptó que una socia política del comunista Castillo asuma la Presidencia; de igual forma exigimos que se respete -llegado el momento- la sucesión del Congresista Williams y por tanto negarnos enfáticamente a cualquier intento o maniobra para no aceptar esta posibilidad, que cada día se vuelve más imperativa. El Perú no da para más.
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