Ayer reflexionábamos sobre las amistades duraderas en época de la virtualidad y coincido con lo expresado por mi amiga Ana Rosa sobre la ausencia de niños jugando en el barrio como parte de un "nuevo mundo". Ahora no hay "patotas" sino comunidades de "gamers" o gente que estando cercana usa las comunicaciones virtuales para interactuar. Hará unas cuantas décadas era común ver a niños jugando a "la pega" o pateando una pelota en la pista (con algún vidrio roto de una casa vecina). Hoy eso prácticamente no existe en ciudades como Lima.
Lis niños de ayer socializábamos más, éramos más solidarios y más fuertes emocionalmente. Hoy los niños y jóvenes se quiebran más fácil y muchos son egoístas y poco interesados en lo que pasa más allá de sus narices.
Ayer escribíamos nuestras tareas a mano en el cuaderno del curso y para investigar íbamos a la biblioteca del colegio o de la municipalidad . No había Wikipedia ni Biblioteca virtuales a las cuales recurrir. Hoy la educación es muy diferente a la de antaño. Faltan valores y sobran "narrativas perversas".
Recuerdo mucho que en los años 70s teníamos amistades por correspondencia algunas de las cuales fueron duraderas. Nos llenaba de expectativa esperar alguna carta traída con singular dedicación por el cartero del barrio. Una carta llegaba en 15 días y tras responderla; teníamos que esperar otra quincena para saber alguna novedad. Por cierto el tiempo se "congelaba" en esas cartas y siempre leíamos con avidez noticias de un tiempo que ya había pasado. Qué podríamos decir que ahora nos enteramos de lo que sucede en una fracción de segundo.
Lo que antes era un dicho ("el tiempo vuela"), ahora es una realidad que no podemos negar. Estamos casi finalizando el segundo mes de un año que trae una serie de dudas, mas aún en nuestro país donde lo único cierto es que "nada es cierto".
Pese a los inevitables cambios, es menester volver a las buenas costumbres del pasado como conversar e interactuar sin la necesidad de un "extraño" que siempre se vuelve una interferencia. Sabemos que ese extraño (un celular) es inevitable pero tengámoslo lo más lejos posible.
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