Cuando Francia volvió a ser libre en 1944, quienes sirvieron al invasor sufrieron consecuencias terribles, pagando su felonía incluso con su vida. Quienes lograron sobrevivir vivieron por siempre señalados como traidores.
En los primeros días de la liberación de París cientos de colaboradores fueron rapados, hombres y mujeres; ello fue el pago más simple por haber decidido no ser parte de la Resistencia de De Gaulle y al contrario alinearse con el traidor Petain.
En nuestra historia tenemos gente como aquellos que en diferentes etapas de nuestra vida como país se vendieron a los enemigos del Perú como el Coronel Belaúnde en los días previos a la Gesta de Arica o quienes publicaron el infame titular "El Túnel existe".
Los traidores son lo peor de una sociedad, quienes por unas pesetas, favores o por pequeñeces se entregan a los enemigos de su país, de sus amigos o de lo que fue parte de su vida. Dante en La Divina Comedia los sitúa en los peores círculos del infierno.
En algún momento de nuestras vidas cambiamos de opinión pero por principios, guardando las formas y respetando a quienes en algún momento les debimos lealtad. No recibir favores o un empleo debe ser motivo para atacar vilmente a quienes fueron nuestros amigos o parte de nuestras vidas.
Esto lo entienden quienes han sido formados en valores; algo que no sucede con algún ex pelotero que funge de comunicador que valiéndose de cuánta tribuna le dan, insulta, agrede y va contra quien en alguna vez le dio que comer y la oportunidad de ser alguien.
Como dijimos, esto no puede ser entendido por quién o quiénes nunca entendieron los principios con los que los Fundadores de Universitario de Deportes iniciaron esa gran historia que ya lleva 101 años.
La gente sin códigos, sin valores ni principios no puede vivir con honor, una palabra que no le es afecta porque su vida está manchada con la traición, con la mácula de ser lo que son: felones!

No hay comentarios.:
Publicar un comentario