Quién haya pasado por el sur de Lima después de 30 años lo más probable sea que crea que se equivocó de ruta.
Las inmensas y áridas pampas se han transformado en verdes campos donde gracias a una legislación ad hoc, el capital se unió al trabajo y dieron origen a una verdaderas"revolución"; la de la agroindustria.
Pero como como ello quitaba "armas" al comunismo subversivo, desde hace por lo menos cinco años se ha pretendido eliminar esta legislación promotora de desarrollo y por cierto, de empleo formal.
Sin embargo, está revolución no se ha detenido. Hoy la noticia es el boom de las fresas en Cusco; una buena noticia que debe ser replicada con otras, en una región en la que hay una serie de "dirigentes" que promueven no la creación de la riqueza sino de la miseria.
En buena hora la ciencia y tecnología están contribuyendo a mejoras no solo en el campo; aunque vale decirlo que es perentorio defender el orden natural y no "crear monstruos" vía alteraciones genéticas con resultados impensables en la salud de quienes los consumen.
El Perú debe apostar por el resguardo de la naturaleza de los productos agrícolas, que es lo que nos da un plus que se traslada a nuestra gastronomía, creando círculos virtuosos.
Finalmente, sigamos con criterios como "la pesca del día", con lo que se protege a muchas especies pero sin caer en "una agenda perversa" y modas como la desnaturalización de nuestros platos típicos. Ser conservadores no es solo cuidar nuestros Valores sino también cuidar nuestras costumbres, entre ellas las gastronómicas.
No olvidemos; una familia está formada por un hombre y una mujer así como el Cau Cau es hecho con mondongo o los Anticuchos, con corazón de vaca.
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